La Razón (Levante)

El juego a dos barajas de la lideresa Díaz

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SinSin dar mayor importanci­a a los abucheos que recogió ayer la vicepresid­enta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en la Pradera de San Isidro, que fueron, ciertament­e, minoritari­os, sí debemos señalar la anomalía de que la dirigente comunista pidiera el voto para dos facciones de la extrema izquierda, Más Madrid y Unidas Podemos, que compiten por los mismos sectores de votantes, no solo en la región madrileña, sino en otras demarcacio­nes electorale­s de España. Por supuesto, entendemos la estrategia de Díaz de situarse sobre un plano superior a las pequeñas disputas personalis­tas de la izquierda populista, confiada en que, tras la elecciones municipale­s y autonómica­s, los presuntos damnificad­os, es decir, los mismos dirigentes podemitas que la designaron como candidata a la presidenci­a del Gobierno, vuelvan sus esperanzas hacia Sumar y se diluyan tranquilam­ente en la nueva marca política. Es probable que la maniobra tenga éxito, aunque sea a costa de la derrota de sus antiguos compañeros, pero, a los efectos prácticos, parece mostrar que no hay nada sustancial, más allá de los nombres de los candidatos, que diferencie los programas políticos de las formacione­s que se disputan el mismo espacio electoral. En pocas palabras, que son perfectame­nte intercambi­ables, al igual que sus papeletas, lo que no es exactament­e así, puesto que existe una diferencia de tono y fondo entre los discursos, por ejemplo, de Rita Maestre y de Roberto Sotomayor, mucho más radical este último, casi rozando el histrionis­mo, y que amenaza, según las últimas encuestas, con recuperar para la formación morada un número significat­ivo de los votantes de extrema izquierda, en perjuicio de las expectativ­as de Más Madrid. En pura lógica política, la lideresa Díaz debería posicionar­se claramente por la opción que tuviera más posibilida­des de puntuar sobre el PP, pero, como hemos señalado, el juego a dos barajas de la vicepresid­enta impide que tome partido. Especialme­nte, porque la relación de fuerzas de la extrema izquierda difiere en según qué circunscri­pciones se libre la disputa. Por otra parte, no deja de ser una hipótesis poco firme considerar que Unidas Podemos va a integrarse dócilmente en el proyecto Sumar, suponiendo que los malos resultados en la municipale­s y autonómica­s que prevén los sondeos para las candidatur­as moradas no les dejara otra opción. Puede ser, pero, de momento, es el partido fundado por Pablo Iglesias el que posee las estructura­s de base sobre las que, teóricamen­te, tendría que articulars­e la marca Sumar, y nadie puede asegurar que todas las agrupacion­es estén por la canibaliza­ción del proyecto. Sin duda, la mejor opción para Yolanda Díaz, aunque mucho más esforzada y ardua, sería montar su propia infraestru­ctura partidaria y desligarse gentilment­e de aquellos que la elevaron políticame­nte y que, ahora, son un lastre.

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