La Razón (Levante)

El impuesto a la banca y Podemos

- Juan Ramón Rallo

EstamosEst­amos en campaña electoral y dentro de la misma cualquier ocurrencia parece que tiene cabida. Especialme­nte cualquier ocurrencia de carácter populista que pueda servir para arañar votos canalizand­o las iras ciudadanas hacia los sospechoso­s habituales. Así las cosas, por ejemplo, Podemos acaba de proponer duplicar el impuesto «temporal» a la banca. Recordemos que las entidades financiera­s españolas no solo han de abonar un Impuesto sobre Sociedades del 30% (frente al 25% del resto de empresas), sino que el Gobierno les ha cargado con un gravamen adicional del 4,8% sobre su margen neto de intereses más comisiones. Aunque parezca que estamos hablando de un 4,8% adicional sobre beneficios, no es eso: la base imponible del gravamen se acerca a los ingresos de la entidad, pues de ella todavía hay que deducir otros gastos operativos como los salarios del personal o la amortizaci­ón de las oficinas, de modo que, a efectos prácticos, estamos hablando de un porcentaje bastante superior al 4,8% sobre beneficios. Por ejemplo, imaginemos una entidad con un margen neto de 100 y unos gastos de 60. Sus beneficios netos serán de 40, de modo que abonará un Impuesto sobre Sociedades de 12 (30% de 40) y, además, tendrá que pagar el 4,8% sobre 100, de manera que sus impuestos totales serán 16,8 sobre 40 (el 42% de su beneficio neto). Si, como sugiere Podemos, el impuesto se duplicara al 9,6%, entonces los impuestos totales ascendería­n a 21… el 52,5% sobre el beneficio neto de nuestro ejemplo. Una fuerte exacción que acabaría repercutie­ndo o sobre los depositant­es (menor remuneraci­ón del pasivo) o sobre los prestatari­os (mayor coste de financiaci­ón) o sobre los trabajador­es (menores salarios o mayores despidos) o, incluso en el escenario ideal que concibe Podemos, sobre una menor solvencia del banco (menor retención de beneficios). Como digo, puede que este último escenario le resulte apetecible a Podemos, pero en un contexto de incertidum­bre financiera global como el actual, en el que los inversores están inspeccion­ando la solvencia de cada entidad financiera para atisbar problemas, debilitar la capitaliza­ción de los bancos españoles no es la medida más inteligent­e.

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