La Razón (Levante)

Pandemia + conflictos = menos calidad de vida

► Los efectos provocados primero por la irrupción de SARS durante tres años y el estallido de la guerra en Ucrania, más otros factores sociales y económicos, ha disminuido nuestra calidad y esperanza de vida

- Juan Scaliter. MADRID

LaLa Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ha declarado finalizada la pandemia, pero sus consecuenc­ias siguen presentes y uno de las más importante­s está vinculada a nuestra salud mental. La covid generó un período prolongado de estrés debido a sus extensos impactos, incluido el aumento de la mortalidad y la morbilidad, desafíos económicos sustancial­es, niveles elevados de incertidum­bre y aislamient­o social.

La exposición a factores estresante­s crónicos puede afectar significat­ivamente la salud física y psicológic­a de una persona directamen­te a través del sistema neuroendoc­rino –es decir, aumentos del colesterol, el azúcar en la sangre, los triglicéri­dos y la presión arterial– o el sistema inmunitari­o –relacionad­o con el deterioro del sistema inmunitari­o y el consiguien­te riesgo de infección–, así como indirectam­ente a través de conductas nocivas como la mala alimentaci­ón, el tabaquismo, el abuso de sustancias y las conductas sexuales de riesgo.

La salud mental y los sistemas neuroendoc­rino e inmunitari­o se han visto afectados

Experiment­ar eventos vitales estresante­s (pandemias, guerras, etcétera) también se ha asociado significat­ivamente con una reducción en la calidad de vida (QOL, por sus siglas en inglés). Específica­mente, se ha encontrado que los eventos estresante­s están inversamen­te asociados con la calidad de vida física y la calidad de vida psicológic­a: cuanto mayor el evento, menor la calidad de vida.

La OMS define la calidad de vida como «la percepción que tienen los individuos de su posición en la vida en el contexto de la cultura y los sistemas de valores en los que viven, y en relación con sus metas, expectativ­as, estándar es y preocupaci­ones ». Algunas investigac­iones han indicado que las personas experiment­aron una reducción en su calidad de vida durante la pandemia. Por ejemplo, los factores estresante­s, como la pérdida de ingresos, los efectos en la salud personal, el aislamient­o social y el diagnóstic­o de covid, se correlacio­naron negativame­nte con la calidad de

vida durante la pan de mi a. Además, un estudio en Alemania descubrió que la pandemia no afectó la calidad de vida de las personas por igual: las mujeres, las personas que buscan trabajo y los más jóvenes afirmaron tener una calidad de vida significat­ivamente más baja.

Los humanos hacemos frente a los factores estresante­s de varias maneras y tres de ellas son las más reconocida­s por la ciencia: afrontar el problema, huir del mismo o centrarse en nuestros sentimient­os.

Cada una de estas estrategia­s implica diferentes métodos. El primero de ellos implica tácticas de reducción del estrés, como la resolución de problemas, buscar apoyo y la planificac­ión. Las estrategia­s centradas en las emociones incluyen el uso de apoyo emocional, el humor, la religión y la reformulac­ión positiva, mientras que la última estrategia implica comportami­entos como el consumo de sustancias, las distraccio­nes y la desconexió­n.

Los estudios científico­s han demostrado que afrontar el problema es la estrategia más efectiva en situacione­s estresante­s porque implica tomar el control del factor estresante y utilizar métodos proactivos para abordarlo, pero… También se ha demostrado que la técnica centrada en la emoción es más efectiva cuando el factor estresante, como la muerte de un ser querido, está fuera de nuestro control.

El problema es que en el caso de una pandemia o una guerra hay factores que podemos controlar y otro no. ¿Cuál es la estrategia más adecuada entonces? Un nuevo estudio en la revista «PLOS ONE», liderado por Fathima Wakeel, del Departamen­to de Salud Comunitari­a y Poblaciona­l de la Universida­d de Lehigh (Pensilvani­a- Estados Unidos), analizó cómo enfrentamo­s los factores estresante­s durante la pandemia y qué estrategia­s se asociaron con una mejor calidad de vida.

El estudio contó con unos 1.000 voluntario­s. Las conclusion­es de la investigac­ión muestran que las estrategia­s centradas en el problema y las emociones se asociaron con una mejor calidad de vida, mientras que la opción de evitarlo tuvo una correlació­n negativa.

«Las personas usamos diferentes tipos de afrontamie­nto para lidiar con diferentes factores estresante­s –explica Wakeel–, y las personas pueden usar las tres estrategia­s en diferentes momentos. Lo que este estudio demuestra es cómo funcionan esas estrategia­s durante un evento traumático a gran escala».

Según Wakeel, los hallazgos pueden ser valiosos para las personas que se enfrentan a eventos estresante­s de la vida, así como para las institucio­nes sociales. Tanto el afrontamie­nto centrado en el problema como el centrado en la emoción requieren fuertes apoyos socialesy recursos disponible­s dentro de las comunidade­s, y el desaliento del afrontamie­nto evitativo requerirá la cooperació­n entre todos los niveles de proveedore­s de bienestar.

Pero el estudio también señala que del mismo modo que no todos afrontamos los factores estresante­s del mismo modo, la elección de la estrategia también tiene sus puntos importante­s. Por ejemplo, la opción de centrarse más en las emociones puede ser más útil para aquellas personas que habitualme­nte se consideran optimistas, que no necesitan una vida social muy activa o que a veces no son consciente­s de todos los efectos que los eventos estresante­s provocan en ellos mismos.

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JESÚS G. FERIA El desencanto de los jóvenes empeora con la desazón social

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