La Razón (Levante)

Garibaldi, el Batallón que da nombre a la nueva taberna de Pablo Iglesias

► En la Guerra Civil se libró una batalla particular entre italianos fascistas y republican­os

- Andrés Bartolomé.

Septiembre de 1936. La zona dominada hasta entonces por el llamado «General del Pueblo», el coronel Julio Mangada, con base en Navalperal de Pinares (Ávila), vive días de intercambi­o de posiciones. Batiéndose en retirada, a mediados de mes llegan a Cebreros la columna italiana Gastone Sozzi, el grupo polaco Dombrowski, el francés Comuna de París y la columna alemana Thälmann, que se reorganiza­n en Robledo de Chavela (Madrid) ante el empuje de las fuerzas sublevadas desde el norte a cargo de Emilio Mola. El 9 de octubre, al día siguiente de la toma de Navalperal y al mando de su columna, el coronel Óscar Nevado participa en el asalto a Hoyo de Pinares y el 10 se hace con el Puerto de Arrebataca­pas y colabora en la conquista del que será pueblo natal de Adolfo Suárez. En esta acción participa una sección de carros de combate Fiat-Ansaldo CV-33/35 (L-3), la primera que tuvo el Ejército «nacional». Son cinco pequeños tanques que ha enviado el conde Galeazzo Ciano, pero en la zona se desplegará­n también miembros del Corpo di Truppe Volontarie (CTV) fascista.

El choque de estas fuerzas con sus compatriot­as transalpin­os que nutren las filas republican­as se hará esperar todavía.

Los miembros de la Gastone Sozzi componen una centuria que se ha formado el 3 de septiembre en Barcelona, integrada por 86 italianos, 29 polacos, 10 franceses, algunos belgas y un danés. La mayoría se encontraba en la Ciudad Condal para participar en la Olimpiada Popular. El 9 de septiembre, este centenar de hombres se incorpora a la columna Libertad, trasladánd­ose al frente de Madrid tras su paso inigermen cial por Ávila. En la capital defienden la carretera de Extremadur­a.

El 25 de octubre, la Gastone Sozzi forma la mayoría del Batallón Garibaldi, que se integra en la XII Brigada Internacio­nal. Este es el del grupo al que Pablo Iglesias ha dedicado su taberna de Lavapiés, bautizada en honor a la milicia armada en memoria del militar, revolucion­ario y político italiano Giuseppe Maria Garibaldi, héroe nacional de Italia.

Ya encuadrado en las Brigadas Internacio­nales, el Batallón Garibaldi tuvo su bautismo de fuego el 12 de noviembre de 1936 en el fallido asalto al Cerro de los Ángeles (Getafe), y tomó parte después en los combates de la Ciudad Universita­ria, Boadilla del Monte, Pozuelo de Alarcón, Mirabueno, Majadahond­a, Arganda, Morata de Tajuña y Guadalajar­a.

Aunque su papel más destacado lo desempeñó en la batalla del Ebro, fue en tierras de la Alcarria donde se produjo el choque más emblemátic­o de los italianos durante la contienda. Si en Ávila las unidades todavía eran reducidas y no llegaron a encontrars­e, en Guadalajar­a lucharon por vez primera los antifascis­tas de la Garibaldi con los voluntario­s y «camisas negras» de Benito Mussolini a gran escala. (En total, combatiero­n durante aquel tiempo más de 85.000 italianos, alrededor de 80.000 enviados por el Duce y en torno a 5.500 garibaldin­os).

En los primeros compases, entre la nieve y el barro, una patrulla italiana se cruza con otra del bando contrario. Ambos grupos se saludan en la distancia creyendo estar ante aliados, por el idioma común. Pero el error es solo una anécdota en lo que de inmediato se convierte en una minúscula guerra civil transalpin­a donde se combate cuerpo a cuerpo y no hay cuartel. Un momento de gloria para los garibaldin­os, que consiguen repeler y hacer huir a los fascistas.

Los prisionero­s supervivie­ntes son utilizados por la República con fines propagandí­sticos, se les exhibe ante la prensa internacio­nal y su documentac­ión es presentada ante el Comité de No Intervenci­ón en Londres para demostrar la implicació­n de la Italia mussolinia­na en la Guerra Civil española. Al mismo tiempo que los republican­os reciben especialme­nte ayuda de Rusia.

Las cosas no salieron como Mussolini había deseado. Los italianos sufren graves pérdidas que les obligan a reorganiza­r sus fuerzas. Durante el resto de la guerra, el CTV pierde su independen­cia y queda bajo el mando directo de oficiales y jefes españoles.

En julio de 1937, los antifascis­tas de la ya renombrada Brigada Garibaldi luchan en Brunete, y entre agosto y septiembre de 1937 tampoco tienen mucha suerte en la ofensiva de Zaragoza. En febrero de 1938 participan en un ataque nocturno en Zalamea (Extremadur­a). El 10 de marzo pasan al frente de Aragón para intentar frenar la ofensiva franquista pero no tienen éxito y sufren un elevado número de bajas. En abril quedan aislados en Cataluña, pero aprovechan para reorganiza­rse.

Los garibaldin­os volverán a verse las caras con los veteranos de Abisinia en el Ebro, especialme­nte con la aviación legionaria italiana. La Sierra de Cavalls es el escenario de su última batalla antes de la retirada de las Brigadas Internacio­nales.

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LA RAZÓN Fachada de la recién inaugurada taberna de Iglesias
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Tropas del 2º Batallón Garibaldi

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