Escribano, de la tragedia a la gloria con Victorino y en dos horas
► Gran dimensión de Borja Jiménez en una tarde de plenitud y valor en Sevilla
LaLa tarde era conocida y reconocida por la gesta de Roca Rey. Era su primera vez: se estrenaba con los de Victorino Martín. Y quedaba claro que no era cualquier cosa cuando Manuel Escribano, que tiene el carnet de torero con la carrera hecha con los cárdenosenlasbuenasylasmalas,cayó heridodeformaserianadamásempezar la tarde. Qué mal cuerpo. Eso esVictorino.Unvolcánenerupción que te lleva a lo mejor y lo peor. Escribano se fue a portagayola, como siempre y como nunca. La vida en un ruedo es empezar cada día con la mirada limpia, con el valor íntegro.Poresoesospiestiemblansiempre con la misma intensidad. Bien sabe lo que viene después. Y en este caso vino, le sobrevino el huracán
de unas embestidas de las que no pudo zafarse, le hizo presa y lo hirió. Era tan patente, que la imagen que dolía fue ver la sangre del torero en el afilado pitón derecho del toro. Estoestambiénlatauromaquia.Por eso el terreno del albero es para tan pocos y la diminuta distancia que separadelostendidosesunabismo insalvable para la mayoría. Se lo llevaron a la enfermería y la joya fue a parar a las manos de Borja Jiménez, que estuvo enorme con él. Por la derecha no tuvo ni uno y por el zurdo había que atravesar un infierno. El sevillano estaba dispuesto a transitarlo. Mucho mérito tuvo. Solidez su labor, sin fisuras. Y verdad. Dignísimo.
Bueno fue el quite que hizo después al segundo por delantales. Era el toro de Roca. El primero de su vida. Nofuedelospeores,perotampoco tuvo el ritmo de los toros a los que está acostumbrado y estos animales, animales, rápidos y audaces, tienen unas teclas muy claras y otras que le son adversas. No se le vio a gusto a Roca.
Cumbre estuvo Borja Jiménez con el tercero. Su mejor versión, la que vimos en Madrid, pero con un toraco de Victorino, que fue encastado,parabueno,peroconesepunto de exigencia que da la casa, y de importancia. Jiménez lo gozó de principio a fin con una faena plena de rotundidad, de sello, de encuentro,deafinidadconeltoro,dequerer hacerlascosasbienysaberhacerlas. Relajo, cercanía, temple, poder y entrega en una faena inspirada y emocionante. Se fue derecho tras la espada aunque cayera punto tendida y dilatara la muerte. Gran toro y gran faena.
Con un quite por delantales conectó Roca Rey con el cuarto. Borja hizo uno por chicuelinas, que fue más intento, pero a las claras no era el quite. Toros tan listos no lo agradecen, y si es de un compañero, menos. Roca redujo sus propias revoluciones para centrarse con el victorino, que iba y venía con el fuelle justo y dejó una faena larga, ciñéndose cada vez con el animal y templado.
La tarde importante de Borja no se quedó aquí. En el quinto tuvo un arrojo descomunal para irse a portagayola. Obviamos lo que es irse a la puertadechiquerosenestaplaza, que son inmensos. El toro hizo lo mismo que el primero: salir despistado y barbear tablas. Miedo. La larga salió limpia, pero luego lo apretó hasta quitarle la capa. Dos o tres veces lo dejó sin muleta en el comienzo de faena. Después tragó mucho, porque logró sacarle muletazos con mérito, pero cada uno de ellosfueunroboconmonedaalaire. Valentísimo.
AlsextovolvióalruedoEscribano como si fuera apertura y cierre de espectáculo. Un mundo había ocurrido entre tanto. Queda claro que son universo aparte, pero fuera de toda lógica es que se volviera a ir a la puerta de toriles. Solo se entiende con el corazón. El destino hizo que tuviera que esperar postrado de rodillascasilosdosminutos.Detragedia. La emoción fue un manantial incontenibleenloslancesquevinieron después, donde hacía un par de horashabíasidoherido.Banderilleó con dificultad y la faena fue heroica, porque el toro exigió una barbaridad y Escribano no volvió la cara nunca. En el centro del ruedo, con la verdad, dándole ese mismo muslo que tenía recién cosido en honor del toreo. Borbotones de entrega y emoción. Menuda tarde.