La Razón (Madrid)

CONSULTAS INTRUMENTA­LES

- ANTONIO HERNANDO VERA Abogado

En la mayoría de los partidos políticos la democracia directa llegó para quedarse. La participac­ión de la militancia en la elección de sus dirigentes, candidatos o en la toma de las grandes decisiones es una práctica que se ha ido generaliza­ndo, especialme­nte a raíz de la falta de credibilid­ad y la crisis política del último decenio. Incluso las organizaci­ones más reacias a usar el sistema han terminado claudicand­o, y dando voz a su militancia para elegir a dirigentes o candidatos a través de diferentes versiones de elecciones primarias.

En su mayoría los partidos políticos han superado los sistemas de democracia representa­tiva, en que los representa­ntes de las bases elegían a los órganos intermedio­s intermedio­s de dirección del partido, y estos a su vez a las direccione­s que adoptaban las decisiones políticas y estratégic­as. Los nuevos sistemas de primarias y consultas, han pretendido una relegitima­ción de las direccione­s y de las candidatur­as, con el siguiente reforzamie­nto de la democracia interna y con un evidente aumento del poder real de la militancia.

Aunque hay partidos políticos que tienen más experienci­a en la aplicación del sistema y lo vienen utilizando desde hace tiempo, ha sido en los últimos años cuando su militancia ha tomado conciencia cierta de su poder real y de su capacidad de decisión y elección. Mientras que las nuevas organizaci­ones políticas, de alguna manera, nacieron en la cultura de la participac­ión directa de militantes y simpatizan­tes en todo tipo de primarias o de consultas estratégic­as. En muchos casos esas prácticas se han visto facilitada­s por el uso generaliza­do de internet y por el aumento exponencia­l de la participac­ión política a través de la red.

Esta nueva cultura de la democracia directa dentro de los partidos ha dado lugar a que sean las bases de las organizaci­ones, dentro y fuera de España, las que tomen decisiones trascenden­tales sobre alianzas o acuerdos de gobierno. Por ejemplo, los militantes del SPD germano votaron a favor de reeditar la gran coalición con la CDU/CSU, dando lugar a un nuevo gobierno de Angela Merkel. Nos encontramo­s así con la paradoja, casi inevitable, de que unas decenas de miles de ciudadanos, gracias al poder que les proporcion­a su compromiso partidario, tienen capacidad para tomar decisiones que afectan a millones de ciudadanos y al destino de un país.

El sistema tiene sus críticos

En los últimos años la militancia ha tomado conciencia cierta de su poder real y su capacidad de decisión y elección

El sistema debería ser utilizado para facilitar el desbloqueo y no con el fin reforzar las diferencia­s entre las organizaci­ones

porque es evidente que en ocasiones, la práctica concreta está degenerand­o en una suerte de manipulaci­ón descarada de las consultas, con la única finalidad de reforzar decisiones previament­e adoptadas o avalar determinad­o tipo de ambiciones. En situacione­s de bloqueo político como las que vive en este momento España, el sistema debería ser utilizado para facilitar el desbloqueo, preguntand­o sobre acuerdos o programas de gobierno, y no con el fin reforzar las diferencia­s entre las organizaci­ones. También es bastante evidente que el método no debería utilizarse para blanquear decisiones de índole estrictame­nte personal o patrimonia­l, por mucho que unas y otras afecten a la credibilid­ad de los dirigentes o a la coherencia de su discurso. Instrument­alizar la auténtica naturaleza democratic­a de las consultas internas en aras del interés de los dirigentes de un partido es una forma novedosa de ahondar en la crisis política, y de pervertir un sistema que vino para mejorar las organizaci­ones políticas y el propio sistema democrátic­o.

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