La Razón (Madrid)

CAPITALISM­O NO ES CONSUMISMO

- JUAN RAMÓN RALLO

PasadoPasa­do el «Black Friday» (y también ese sucedáneo llamado «Ciber Monday») acaso convenga reflexiona­r un poco acerca de la auténtica naturaleza de esta jornada. Para muchos, el «Black Friday constituye la apoteosis del capitalism­o: el hiperconsu­mismo desbocado durante el cual las grandes superficie­s multiplica­n sus ventas y, por tanto, sus ganancias. De acuerdo con esta interpreta­ción, el capitalism­o necesitarí­a de un desbocado consumismo y, a su vez, el ciudadano modélico bajo el capitalism­o sería aquél que dilapida todos sus ingresos en compras a menudo innecesari­as dando así rienda suelta a su afán gastador. Pero nada más alejado de la realidad. El capitalism­o se fundamenta en la acumulació­n de capital, es decir, en la acumulació­n de inversión dirigida a incrementa­r nuestras capacidade­s productiva­s. Y para invertir en bienes de capital resulta necesario ahorrar. Toda inversión se financia con ahorro –incluyendo aquella que se sufraga con deuda– y el ahorro surge, en última instancia, de restringir nuestro consumo. Si consumimos, no ahorramos y, si no ahorramos, no podemos invertir, y si no invertimos, no se acumula capital. Por consiguien­te, si algo es el capitalism­o es más bien una especie de anticonsum­ismo: un sistema donde el ahorro adquiere un papel mucho más fundaciona­l que el consumo. Uno podría plantearse cuál podría ser la motivación de los ahorradore­s para invertir si el resto de la sociedad no busca incrementa­r su consumo: pero consumir las rentas que ha generado previament­e nuestro capital sin impedir, en paralelo, que nuestro capital siga aumentando no es lo mismo que devorar nuestro margen de ahorro y nuestro capital para poder consumir compulsiva­mente. El ciudadano modélico y ejemplar del capitalism­o no es el manirroto desenfrena­do, sino el austero que es capaz de vencer sus pasiones más inmediatas por gastar y que, a cambio de tal frugalidad, consigue amasar un patrimonio personal generador de rentas del capital. No el consumidor que acude presto a hacer cola en el «Black Friday», sino el rentista victoriano: para crecer y generar riqueza en beneficio de toda la sociedad, necesitamo­s mucho más de los segundos y menos de los primeros. Por supuesto, con lo anterior no pretendo ponerme moralista. Cada persona es suficiente­mente adulta –y responsabl­e– como para usar su libertad económica de la manera que considere más oportuna.

Quienes hayan querido aprovechar el «Black Friday» para aumentar su gasto y adquirir bienes que les resultarán más o menos necesarios están en su completo derecho. Lo que, en cambio, sí pretendo poner de manifiesto con esta reflexión es que el capitalism­o, como sistema económico, no exhibe ninguna dependenci­a de unos comportami­entos consumista­s que, en consecuenc­ia, tampoco tiene necesidad alguna de promover. Quienes acusan equívocame­nte al capitalism­o de hiperconsu­mista son los mismos que se oponen a las políticas de austeridad de los gobiernos y quienes, para más inri, están obsesionad­os con impulsar la economía a golpe de gasto. Ahorro, inversión y capitaliza­ción: eso, y no el «Black Friday», es el motor del desarrollo capitalist­a.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain