La Razón (Madrid)

Handke provoca un terremoto en la Academia Sueca

De la concesión del premio y no se permitirá que haya Prensa en la lectura del discurso

- G. P.- MADRID

CuandoCuan­do se conoció que Peter Handke era el autor ganador del Nobel de Literatura que el año pasado no se falló (es decir, el correspond­iente a 2019, pues el de 2018 fue a manos de la escritora Olga Torkaczuk) el agua del río empezó a sonar. Las críticas a sus posiciones proserbias en el conflicto armado yugoslavo de los años 90 no se podían pasar por alto, clamaban las voces más en contra de la concesión de este galardón, que se entregará al escritor dentro de unos días, ceremonia en la que se espera que pueda haber problemas. Así, Los miembros del comité de Literatura del Nobel Kristoffer Leandoer y Gun-Britt Sundström han anunciado su renuncia, aunque solo la de la segunda está directamen­te vinculada con la concesión del Nobel de Literatura. De hecho, Sundström señaló que «la elección del laureado de 2019 no se limitó a recompensa­r simplement­e el peso de una obra literaria, sino que también se interpretó, tanto dentro como fuera de la Academia,

como una postura que podía tener una lectura política, algo con lo que yo no me identifico».

Por si la Academia sueca no tenía suficiente con los escándalos sexuales en el seno de la institució­n (que han motivado una auténtica revolución en su interior), el galardón al autor de «Carta breve para un largo adiós» está causando más de un quebradero de cabeza.

Vía «streaming»

La institució­n no descarta que el día de la entrega pueda haber incluso algún grupo de manifestan­tes en el exterior del edificio en contra de la concesión del premio. Previendo las consecuenc­ias, en esta ocasión los medios de comunicaci­ón no tendrán permitida la entrada a la sala de Prensa para escuchar los discursos oficiales, que serán retransmit­idos vía «streaming». Un punto a favor del escritor, quien tras saberse Nobel de Literatura, hizo gala una vez más de su desprecio hacia la Prensa y aseguró que jamás volvería a dar una entrevista ante una pregunta de un periodista que no le pareció ni adecuada ni apropiada.

Poco después de conocerse el nombre del Nobel de Literatura 2018, Bosnia, Kosovo y Albania denunciaro­n que se hubiera distinguid­o «a un negacionis­ta» de los crímenes cometidos durante las guerras en la antigua Yugoslavia, un admirador de Slobodan Milosevic, en cuyo funeral estuvo presente. En 1996, un años después de que acabaran los conflictos en Bosnia y Croacia, publicó un escrito bastante polémico con el título de «Justicia para Serbia» y dos años más tarde condenó el bombardeo occidental del citado país e incluso visitó al dictador en la cárcel. «Nunca pensé que querría vomitar por un Nobel», escribió el primer ministro de Albania, Edi Rama, en su cuenta de Twitter tras saber la consecució­n de la distinción. «No debemos volvernos tan insensible­s al racismo y al genocidio», añadió. En una entrevista, el polaco Adam Zagajewski no tuvo inconvenie­nte al valorar de manera negativa un premio que, dijo, debería hacer reflexiona­r seriamente a los académicos: «Es una vergüenza», añadió.

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KELSEY BENNET El escritor austriaco nació en la localidad de Griffen y tiene 76 años

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