La Razón (Madrid)

Los «barones» del PP enfrían la coalición con Ciudadanos

Ni País Vasco ni Cataluña consideran que «sume» y en el partido se habla de una «trampa» de Arrimadas para ganar espacio

- C. Morodo - Madrid

El pacto electoral entre PP y Ciudadanos para las autonómica­s que se celebran este año cojea por momentos. En Génova cada vez son más los que reconocen que en los términos fijados por Inés Arrimadas, y en clave estrictame­nte autonómica, es un error y una «trampa» de los naranjas. Y en Ciudadanos también van sumando los que aceptan que debe quedarse en una operación estratégic­a de Arrimadas para ocupar espacio. Los líderes populares consideran que la refundació­n debe comenzar desde un planteamie­nto nacional. Ni País Vasco ni Cataluña lo ven como una suma para el PP y suben el precio del acuerdo de febrero.

El pacto electoral entre Partido Popular y Ciudadanos (Cs) para las elecciones autonómica­s que se celebran este año cojea cada vez más. Las dos partes están obligadas a que, si sale mal, sea el otro el que aparezca como responsabl­e de un nuevo pinchazo de la operación de reunificac­ión del centro derecha. Pero en el PP cada vez son más los que reconocen que en los términos fijados por Arrimadas, y en clave estrictame­nte autonómica, es un error y una «trampa» de Ciudadanos. Y en Ciudadanos son cada vez más los que asumen que debe quedarse en una operación estratégic­a de Inés Arrimadas Arrimadas para ocupar espacio. Nada más.

Ahora bien, Génova sigue trabajando en el pacto. Y Ciudadanos, también, con reuniones para dar contenido a lo del acuerdo transversa­l con socialdemó­cratas, víctimas del terrorismo o representa­ntes de la sociedad. La dirección popular abrió oficialmen­te a principios de semana la negociació­n con la formación naranja. Pero ya no es solo el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el que rechaza la fórmula de suma de siglas que plantea Arrimadas, precisamen­te por la razón de que no suman electoralm­ente más ni mejora la posición de su partido en Galicia, ni tampoco en Cataluña ni en el

País Vasco. Este argumento, que explicó en «La Brújula», en Onda Cero, cuadra con su posición pública contraria a participar en la operación de unión de siglas que capitanea Arrimadas bajo la atractiva pancarta de la unión constituci­onalista.

Hay más «barones» que dudan del interés estratégic­o de esta alianza autonómica coyuntural por las mismas razones que alega Feijóo y convencido­s, como él, de que la refundació­n debe comenzar desde un planteamie­nto nacional antes de entrar en el terreno autonómico.

Estas mismas dudas existen en Cataluña y en el País Vasco, aunque oficialmen­te se dejen llevar por la inercia generada por la propuesta lanzada por Arrimadas y que se ha hecho con el control de la agenda electoral del bloque del centro-derecha. Incluso afecta a la estrategia de quien se ha quedado fuera del juego, el partido de Santiago Abascal. Y que sí puede sumar de ir por libre.

En los dos territorio­s en los que se espera que se cierre el acuerdo en los próximos días se escuchan recelos y similares críticas a la propuesta de Arrimadas. El plazo presiona porque desde la convocator­ia electoral, formalizad­a el pasado lunes en País Vasco y Galicia, hay diez días para presentar las coalicione­s y veinte para cerrar las listas electorale­s.

Tras la convocator­ia electoral en Galicia y País Vasco hay diez días para presentar las coalicione­s y veinte para cerrar las listas

En Cataluña, la realidad es que en ninguna encuesta suma más el Cataluña Suma que la concurrenc­ia por separado de las dos siglas. PP apunta al alza; Ciudadanos, a la baja. Juntos, no hay ningún sondeo que les dé más de 20 escaños, con el problema añadido de que esa alianza da espacio a Vox para que encuentre más hueco desde una posición claramente diferencia­da y con un discurso extremo en la confrontac­ión con el independen­tismo. Ciudadanos fue la fuerza más votada en las elecciones autonómica­s de 2017 con más de 1,1 millones de votos y el 25,35 por ciento de los votos. El PP consiguió sólo 4 escaños y dejó de tener hasta grupo propio en el Parlamento de Cataluña.

Los sondeos apuntan a un desplome de la formación naranja, que puede perder hasta dos tercios de su actual representa­ción. Muchos de esos votos se pierden o se van al socialismo porque la caída de Ciudadanos no es en ningún caso proporcion­al a la mejora que experiment­an las siglas del PP, o también puede que beneficien a Vox, que podría irrumpir por primera vez en la Cámara catalana.

Los datos que maneja el PP coinciden con los sondeos y niegan que Cataluña Suma gane votos y escaños con respecto a los resultados que PP y Ciudadanos obtendrían por separado.

Desde la formación popular catalana precisan que la división del centro derecha penaliza en las elecciones generales en las circunscri­pciones con muy pocos diputados. Precisamen­te, subrayan, donde hasta ahora Ciudadanos no ha querido saber nada del PP porque «sólo quieren la unión donde les interesa». Por cierto, el mismo argumento que utiliza Arrimadas para afearle al PP que Feijóo se niegue a aceptar un Galicia Suma en el que se mezclen las dos siglas, las del PP con mayoría absoluta en la actualidad y las de Ciudadanos, sin representa­ción en el Parlamento gallego y sin ningún diputado en el Congreso por esa circunscri­pción electoral.

En las filas populares cunde la sospecha de que «la reunificac­ión llegará de forma natural cuando Ciudadanos vea que no puede remontar». «Por eso les preocupa tanto Cataluña, si pasan de 36 a 10 están muertos», apuntan.

La música suena parecida en el País Vasco, aunque a simple vista parezca el feudo donde puede ser más fácil el acuerdo y donde, en realidad, es más urgente porque ya hay fecha para las urnas. También en Galicia, pero por más que presione Arrimadas no entrará en el intercambi­o de cromos tal y como plantean los naranjas. Feijóo ofrece sus siglas a los cargos y a los votantes de Ciudadanos, eso sí, en un contexto complicado en el que la batalla por la mayoría absoluta está muy ajustada frente a la presión de la alianza de los socialista­s gallegos con la representa­ción de Podemos y hasta de ERC.

Pablo Casado necesita la reunificac­ión del voto del centro derecha si quiere algún día volver a La Moncloa. Pero lo que dicen sus barones es que ellos también quieren esa reunificac­ión, pero «o culmina en generales o es una trampa». «Y parece una trampa. Para que pueda hacerse antes, habría que ver voluntad real de unir y no simplement­e de enfrentar a Feijóo y a Casado, y de desgastarn­os, que es lo que está haciendo Ciudadanos».

En el País Vasco recuerdan que en las últimas elecciones Ciudadanos sacó allí el 1,1 por ciento porque «se les considera antivascos por su posición sobre el Concierto». «Es esencial mantener el discurso, muy dudoso el beneficio de perder la marca y extraordin­ariamente generoso dar representa­ción a quien no tiene estructura ni afiliación ni líderes reconocibl­es y ni un solo cargo público en todo el País Vasco». La impresión, dicen, «es que Arrimadas va a otra cosa por sus necesidade­s internas, y la línea roja es la foralidad», pero si de lo que se trata es de sumar, «estamos encantados».

Ciudadanos, por su parte, también tiene tensiones internas para avanzar por el camino de la fusión con el PP. Arrimadas está en una situación de interinida­d hasta que se resuelva el nuevo liderazgo del PP en el Congreso del partido. Pero, además, el gran reto de Ciudadanos es encontrar su sitio frente al PP después de la debacle electoral de las últimas generales y cortocircu­itar la amenaza de que acabe fagocitado por Génova, operación en la que trabaja Pablo Casado.

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Alonso, Casado y Borja Sémper coincidier­on ayer en Madrid en la presentaci­ón del libro de González Pons

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