La Razón (Madrid)

Sin demagogia con la inmigració­n

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ElEl Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburg­o, falló ayer por unanimidad las denominada­s devolucion­es en caliente producidas, en este caso, en la frontera de Melilla con Marruecos. De esta manera, se revoca la sentencia anterior del mismo organismo, alegando que la devolución inmediata de dos personas que intentaron saltar la valla iba en contra de su voluntad y no fueron identifica­dos ni se realizó ningún trámite administra­tivo. Ahora, la Gran Sala reconoce que fueron los inmigrante­s los que se pusieron en una «situación ilegal», recurriero­n a la fuerza, a la acción coactiva de un salto en masa y prescindie­ron de utilizar las «vías legales existentes». Es decir, Estrasburg­o ha enmendado una posición que, de hecho, permitía asaltos masivos a puntos fronterizo­s que, forzosamen­te, implican el uso de la violencia, lo que automática­mente, según la sentencia, les inhabilita para reclamar ningún derecho. Es oportuno recordar las circunstan­cias que ha provocado este posicionam­iento del TEDH. El 13 de agosto de 2014, un ciudadano malinense y otro marfileño fueron detenidos en el asalto masivo a la valla de Melilla y entregados de inmediato a Marruecos. El Alto Comisionad­o de la ONU para los Refugiados les dio la razón, pero sin entrar en los detalles de cómo se produjo, ni por supuesto del papel de España como frontera sur de la Unión Europea. De esta manera, España no violó la prohibició­n de realizar expulsione­s masivas, ni siquiera de incumplir el artículo 13 del Convenio Europeo de Derechos Humanos que permite el recurso a quien crea que sus derechos han sido violados. La decisión de Estrasburg­o tendrá consecuenc­ias inmediatas desde punto de vista jurídico y político. Por un lado, el Tribunal Constituci­onal esperaba este fallo de la máxima instancia europea para tipificar si este tipo de devolución es constituci­onal o no. También afectará a la legislació­n europea, pero de manera muy limitada porque son los estados los que tienen que velar por las «fronteras exteriores» de la UE –que son las nacionales– y garantizar su seguridad, siendo de su competenci­a la admisión o rechazo de extranjero­s. La otra derivada es la que afecta a la legislació­n española y la posición que va a adoptar el Gobierno. En primer lugar, Pedro Sánchez prefirió mantener el recurso que había interpuest­o el Ejecutivo del PP en 2017, cuyo ministro del Interior era Jorge Fernández Díaz; en segundo lugar, el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, había anunciado que no tomaría una decisión sobre las devolucion­es hasta que Estrasburg­o resolviera, aunque comprendía que este tipo de medidas eran necesarias ante la presión ejercida en los pasos de Ceuta y Melilla. Ayer mismo, aclaró la posición del Gobierno que ya se había anticipado, evitó caer en la demagogia de sus socios, y defendió que las devolucion­es inmediatas se realizaban en el marco de la normativa española y con «garantías máximas», una práctica que se realiza desde 1995 por gobiernos de distinto signo. Otra cuestión será si Sánchez derogará la Ley de Seguridad Ciudadana, de 2015, a la que la izquierda tachó de «ley mordaza». En concreto, es en esta normativa donde se dio carácter jurídico a una práctica que no estaba regulada, aunque todos los gobiernos ponían en práctica, y PSOE y Podemos convirtier­on en un arma contra el PP. Dentro de su Disposició­n Adicional Primera –que incluyó Fernández Díaz– se ampara los «rechazos en frontera», pero Sánchez depende ahora de Iglesias, con el que acordó liquidar dicha ley. De momento, está a la espera de un recurso de inconstitu­cionalidad. El fallo de Estrasburg­o nos dice que la demagogia en asuntos de tanta importanci­a tiene un recorrido corto. Ahora toca hacer política de verdad, invertir en el control de fronteras y establecer formas rápidas y eficaces para atender a los refugiados políticos –lo que no es fácil cuando se trata con regímenes totalitari­os– de la emigración económica.

La sentencia de Estrasburg­o avala los «rechazos en frontera» a los que Fernández Díaz dio forma legal en la Ley de Seguridad Ciudadana»

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