LA TRAINERA NARANJA
EnEn poco más de cuatro años, Albert Rivera consiguió situar a un partido que nació en Cataluña y cuyo objetivo político principal era hacer política en aquella Comunidad, como un partido nacional, referente para votantes desencantados de PSOE y PP. Ciudadanos llegó a la política nacional como un aire fresco y moderno, y la enorme ventaja de no tener ni mochila ni pasado. Un partido que se situó en el centro del espectro ideológico, intentando incluso en sus propios Estatutos fundacionales recoger elementos socialdemócratas y liberal conservadores.
Rivera y los suyos lograron abrir hueco con su trainera naranja, navegando con habilidad entre dos grandes trasatlánticos. Presencia habitual en platós televisivos, actos diferentes, lenguaje pegado a los problemas de las clases medias urbana, o equidistancia sin dogmatismo, fueron claves para el éxito naranja. Lo que empezó siendo un experimento se convirtió en poco tiempo en una realidad: abrir un especio político en el centro electoral e ideológico. Un partido que podía actuar como bisagra y hacer posible que las grandes organizaciones pudieran prescindir de apoyos de nacionalistas o de fuerzas minoritarias, a la hora de construir mayorías parlamentarias o llegar a acuerdos de gobierno. Fueron tiempos de vino y rosas, en los que Rivera veía encuestas que situaban a Ciudadanos como primera fuerza política en unas potenciales elecciones generales, al tiempo que la demoscopia le catapultaba a la presidencia del gobierno.
Ciudadanos hacía un derroche permanente de pragmatismo, hora pactando con el PSOE órganos del Congreso o con el PP el apoyo a una iniciativa sobre Cataluña. En cinco meses Ciudadanos paso de firmar un acuerdo de gobierno con Pedro Sánchez a firmar otro con Mariano Rajoy. Y la ciudadanía no sólo no castigaba esa actitud, sino que aplaudía el dinamismo y el pragmatismo para desbloquear situaciones y pactar con unos y otros, dando por ejemplo el gobierno de Andalucía al PP en detrimento de la vencedora de las elecciones autonómicas. Las elecciones de abril de 2019 certificaron el éxito de la estrategia y el comienzo de la bajada a los infiernos. Las grandes preguntas son cuándo y por qué se empezó a hundir la trainera. Es muy difícil derrochar tanto caudal político en tan poco tiempo, tirando por la borda la oportunidad de crear un pivote central de la cancha política. Descabeza y desnortada la tropa naranja, no parece que los últimos movimientos auguren una recuperación del norte político, que en este caso debería pasar por volver al centro que nunca se debió abandonar.
Es muy difícil derrochar tanto caudal político como ha hecho Ciudadanos