La Razón (Madrid)

LA TRAINERA NARANJA

- ANTONIO HERNANDO

EnEn poco más de cuatro años, Albert Rivera consiguió situar a un partido que nació en Cataluña y cuyo objetivo político principal era hacer política en aquella Comunidad, como un partido nacional, referente para votantes desencanta­dos de PSOE y PP. Ciudadanos llegó a la política nacional como un aire fresco y moderno, y la enorme ventaja de no tener ni mochila ni pasado. Un partido que se situó en el centro del espectro ideológico, intentando incluso en sus propios Estatutos fundaciona­les recoger elementos socialdemó­cratas y liberal conservado­res.

Rivera y los suyos lograron abrir hueco con su trainera naranja, navegando con habilidad entre dos grandes trasatlánt­icos. Presencia habitual en platós televisivo­s, actos diferentes, lenguaje pegado a los problemas de las clases medias urbana, o equidistan­cia sin dogmatismo, fueron claves para el éxito naranja. Lo que empezó siendo un experiment­o se convirtió en poco tiempo en una realidad: abrir un especio político en el centro electoral e ideológico. Un partido que podía actuar como bisagra y hacer posible que las grandes organizaci­ones pudieran prescindir de apoyos de nacionalis­tas o de fuerzas minoritari­as, a la hora de construir mayorías parlamenta­rias o llegar a acuerdos de gobierno. Fueron tiempos de vino y rosas, en los que Rivera veía encuestas que situaban a Ciudadanos como primera fuerza política en unas potenciale­s elecciones generales, al tiempo que la demoscopia le catapultab­a a la presidenci­a del gobierno.

Ciudadanos hacía un derroche permanente de pragmatism­o, hora pactando con el PSOE órganos del Congreso o con el PP el apoyo a una iniciativa sobre Cataluña. En cinco meses Ciudadanos paso de firmar un acuerdo de gobierno con Pedro Sánchez a firmar otro con Mariano Rajoy. Y la ciudadanía no sólo no castigaba esa actitud, sino que aplaudía el dinamismo y el pragmatism­o para desbloquea­r situacione­s y pactar con unos y otros, dando por ejemplo el gobierno de Andalucía al PP en detrimento de la vencedora de las elecciones autonómica­s. Las elecciones de abril de 2019 certificar­on el éxito de la estrategia y el comienzo de la bajada a los infiernos. Las grandes preguntas son cuándo y por qué se empezó a hundir la trainera. Es muy difícil derrochar tanto caudal político en tan poco tiempo, tirando por la borda la oportunida­d de crear un pivote central de la cancha política. Descabeza y desnortada la tropa naranja, no parece que los últimos movimiento­s auguren una recuperaci­ón del norte político, que en este caso debería pasar por volver al centro que nunca se debió abandonar.

Es muy difícil derrochar tanto caudal político como ha hecho Ciudadanos

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