TRUMP ELIGE A BLOOMBERG
LaLa antítesis de Donald Trump gana terreno en las primarias demócratas. El socialista norteamericano Bernie Sanders es un síntoma de la polarización política en Estados Unidos. El senador por Vermont recoge la molestia de segmentos electorales cuantiosos que se oponen radicalmente a la reelección de Trump. A pesar de los números positivos en lo económico, el discurso frontal y confrontativo va eliminando los grises de la dinámica política de la primera potencia del mundo.
«El socialismo destruye naciones», ha afirmado en varias ocasiones y de distintos modos el presidente norteamericano. Parte de su insistencia con el discurso antisocialista recae en un ataque soterrado al propio Sanders. Sin embargo, el senador demócrata no parece ser el adversario favorito de Trump. En un primer momento parecía ser el exvicepresidente Joe Biden. Sin embargo, su candidatura ha subido como la espuma y parece que terminará diluyéndose más pronto que tarde. La absolución de Trump tras el torpe proceso de «impeachment» ha terminado por hundir las pretensiones de Biden en conquistar la primera magistratura. Los resultados que ha obtenido en Iowa y en New Hampshire parecen revelar que la era Obama es cosa del pasado. Ahora mismo, el elegido por Trump parece ser el multimillonario Michael Bloomberg. «Mini Mike» ha sido el apodo utilizado por Trump para el filántropo neoyorquino. Casi burlesco pero finalmente provocativo. El presidente no quiere esperar a la celebración del Súper Martes para «subir al ring» al exalcalde de Nueva York. Por temor o por conveniencia, lo cierto es que la mayoría de los cañones verbales desde el ejecutivo están siendo dirigidos de manera despiadada a Bloomberg. La estrategia responde también a disminuir la importancia de las primarias demócratas, subestimar la estatura política de los actuales candidatos y colocar, como siempre lo logra, los temas en la agenda que a él y solo a él le conviene. En este sentido, la elección de los rivales es una oportunidad para plantear cualquier contienda en los términos que mejor le convenga a quien lo hace.
Ciertamente, si definimos con un adjetivo conciso a Trump, sería el de luchador; no tanto por cualidades como la tenacidad y la perseverancia sino por un instinto frontal que dibuja el acostumbrado principio populista de la dicotomía, de los blancos y negros con ausencia de grises, de las posturas «estás conmigo o estás contra mí». En esa lógica, y sobre todo después de ganar la batalla del «impeachment», es que Trump planteará la próxima carrera presidencial.
En el marco de su acostumbrado estilo, el presidente es partícipe de las primarias demócratas: opina, relata, tuitea y aprovecha para atacar dentro de una contienda que no le atañe de manera directa. Todo lo opuesto a cualquier manual clásico de comunicación política. Pero así ganó cuatro años atrás y parece viable que lo vuelva a hacer una vez se nomine al candidato demócrata y la lucha por la Casa Blanca comience de manera oficial.