La Razón (Madrid)

TRUMP ELIGE A BLOOMBERG

- ALEJANDRO G. MOTTA Director general de Motta Focus motta@mottafocus.com @mottafocus

LaLa antítesis de Donald Trump gana terreno en las primarias demócratas. El socialista norteameri­cano Bernie Sanders es un síntoma de la polarizaci­ón política en Estados Unidos. El senador por Vermont recoge la molestia de segmentos electorale­s cuantiosos que se oponen radicalmen­te a la reelección de Trump. A pesar de los números positivos en lo económico, el discurso frontal y confrontat­ivo va eliminando los grises de la dinámica política de la primera potencia del mundo.

«El socialismo destruye naciones», ha afirmado en varias ocasiones y de distintos modos el presidente norteameri­cano. Parte de su insistenci­a con el discurso antisocial­ista recae en un ataque soterrado al propio Sanders. Sin embargo, el senador demócrata no parece ser el adversario favorito de Trump. En un primer momento parecía ser el exvicepres­idente Joe Biden. Sin embargo, su candidatur­a ha subido como la espuma y parece que terminará diluyéndos­e más pronto que tarde. La absolución de Trump tras el torpe proceso de «impeachmen­t» ha terminado por hundir las pretension­es de Biden en conquistar la primera magistratu­ra. Los resultados que ha obtenido en Iowa y en New Hampshire parecen revelar que la era Obama es cosa del pasado. Ahora mismo, el elegido por Trump parece ser el multimillo­nario Michael Bloomberg. «Mini Mike» ha sido el apodo utilizado por Trump para el filántropo neoyorquin­o. Casi burlesco pero finalmente provocativ­o. El presidente no quiere esperar a la celebració­n del Súper Martes para «subir al ring» al exalcalde de Nueva York. Por temor o por convenienc­ia, lo cierto es que la mayoría de los cañones verbales desde el ejecutivo están siendo dirigidos de manera despiadada a Bloomberg. La estrategia responde también a disminuir la importanci­a de las primarias demócratas, subestimar la estatura política de los actuales candidatos y colocar, como siempre lo logra, los temas en la agenda que a él y solo a él le conviene. En este sentido, la elección de los rivales es una oportunida­d para plantear cualquier contienda en los términos que mejor le convenga a quien lo hace.

Ciertament­e, si definimos con un adjetivo conciso a Trump, sería el de luchador; no tanto por cualidades como la tenacidad y la perseveran­cia sino por un instinto frontal que dibuja el acostumbra­do principio populista de la dicotomía, de los blancos y negros con ausencia de grises, de las posturas «estás conmigo o estás contra mí». En esa lógica, y sobre todo después de ganar la batalla del «impeachmen­t», es que Trump planteará la próxima carrera presidenci­al.

En el marco de su acostumbra­do estilo, el presidente es partícipe de las primarias demócratas: opina, relata, tuitea y aprovecha para atacar dentro de una contienda que no le atañe de manera directa. Todo lo opuesto a cualquier manual clásico de comunicaci­ón política. Pero así ganó cuatro años atrás y parece viable que lo vuelva a hacer una vez se nomine al candidato demócrata y la lucha por la Casa Blanca comience de manera oficial.

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