La protesta del autobús de padres del Blas de Lezo se queda a medio gas
La «guerra» desatada en el colegio público Blas de Lezo vivió ayer un nuevo capítulo entre los padres partidarios del antiguo director, que exigen con obstinación que la Administración le reponga en el puesto; y los que condenan y expresan su repulsa por las acciones que éstos vienen produciendo contra el actual equipo directivo en los últimos meses y que ahora han decidido levantar la voz a la vista de la deriva que están tomando los acontecimientos.
Los padres contrarios a la actual directora y que se hacen llamar «La tribu» ayer sacaron a la calle un autobús protesta, con el que pretendían llevar a la calle su «lucha». El autobús hizo parada en el Área Territorial de Educación, la Viceconsejería y las sedes de PP y Cs para terminar en la Asamblea de Madrid, sin demasiado éxito de convocatoria. El autobús incorporaba mensajes del tipo: «Nuestros hijos son rehenes, rehenes, adoctrinan en las aulas, intervención política en la gestión, acoso laboral y criminalización de los padres». Además, reflejaba la imagen de un niño con una banda roja a la altura de los ojos con el mensaje: «La Consejería secuestra al CEIP Blas de Lezo».
Ayer también el bando contrario de padres emitió un comunicado en el que muestra su «total y enérgica repulsa ante las acciones que se vienen produciendo en contra del equipo directivo durante los últimos meses dentro y fuera de las instalaciones del Blas de Lezo». Exigen el fin de las «coacciones a docentes, personal del centro, padres y alumnos» y la recuperación de un buen clima de convivencia, ya que la situación se ha llevado a tal extremo que «afecta al normal funcionamiento de las clases y al clima educativo que impacta de forma directa en nuestros hijos», han señalado a través de un comunicado. Estos padres son los que se han desmarcado de «la lucha» ante la «aparición de pintadas en las fachadas contra la actual directora (con dibujo de un ahorcado incluido), consignas, pitadas, cantos, audios de WhatsApp, textos en Twitter y peticiones de dimisión de la responsable del centro (muchas de ellas dentro de las instalaciones del colegio), y todo ello delante de los niños».