Dani de la Orden
dirige una limpia y entretenidísima comedia nupcial, «Hasta que la boda nos separe», en la que el juego de la infidelidad compite con el compromiso
HombresHombres del mundo, se avecinan malos tiempos para la prisa de bragueta. El monopolio de lo precipitado, del consumo atropellado del deseo, de la velocidad de los cuerpos, de la alergia sistemática al compromiso, del desapego emocional obligatorio, del vendaje anticipado de la herida –ese correr antes de que nos corran– parecían hasta hace poco tareas confiadas al disfrute exclusivo de los varones. Pero ya no. Marina es, además de la protagonista de «Hasta que la boda nos separe», la nueva comedia nupcial de Dani de la Orden, el arquetipo invertido de esa figura masculina a la que en términos cinematográficos nos hemos acostumbrado a ver en historias de amor edulcoradas. «Estamos hartos de ver hombres que escriben sobre mujeres sin voluntad de entenderlas. ¿Qué pasa, que las tías no son irresponsables? ¿No la cagan? ¿No se equivocan? ¿No tienen que madurar? ¿No se portan «mal»?», inquiere el director.
Matrimonio validado
Esta treintañera con repulsa manifiesta a los sentimientos interpretada por la recientemente galardonada con el Goya a Mejor Actriz Belén Cuesta, desempeña un trabajo contrario a sus valores; organiza bodas. No cree en el amor pero anima a la gente a que lo practique, ya que tal y como ella misma indica al inicio de la cinta «cuando la gente está enamorada, no mira el dinero». Cuando conoce a Carlos (Álex García) en el trancurso de una de las celebraciones que ella misma coordina y el calentón corporal se impone a la razón, esta «wedding planner» patria empezará a replantearse su rigidez sentimental y se verá envuelta en un rocambolesco embrollo al tener que organizar la boda del propio Carlos con su –¡oh, sorpresa!– impecable novia Alexia, a quien da vida la actriz Silvia Alonso. El realizador de «Litus» vuelve a refugiarse en el humor para hacer frente a cuestiones