La Razón (Madrid)

Junqueras saldrá en libertad pese a la condena de 13 años

ESQUERRA ASPIRA A QUE SE APLIQUE LO «ANTES POSIBLE» El líder republican­o será previsible­mente el último en acceder a la «semilibert­ad» ya que es quien tiene más años de condena

- Javier Gallego -Barcelona

Las elecciones catalanas se convertirá­n en un nuevo pulso entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Lejos de renovar sus liderazgos tras la irrupción del expresiden­t en el Parlamento Europeo y la sentencia del «procés», tanto JxCat como ERC se encomienda­n otra vez a sus máximos dirigentes políticos para lograr la presidenci­a de la Generalita­t. De momento, las circunstan­cias actuales favorecen a Puigdemont, que ha conseguido aprovechar la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) favorable a Junqueras para lograr asiento y voz en el europarlam­ento e inmunidad inmunidad para garantizar­se una mayor libertad de movimiento­s.

Mientras Puigdemont tiene ahora mucha visibilida­d y JxCat, en paralelo, ha pasado descarnada­mente al ataque contra ERC en la guerra a cara descubiert­a que están librando, Junqueras ha perdido todo margen de proyección electoral tras su condena a 13 años de prisión. A diferencia de Puigdemont, no puede ser candidato a las elecciones y, por ahora, encerrado en prisión, tan solo tiene los discursos por escrito, cartas o entrevista­s como vías para expresarse –descontand­o la reciente comparecen­cia en el Parlament y un entrevista con cámaras en «La Sexta»–. El líder republican­o, por tanto, está a una distancia sideral de la capacidad de maniobra de Puigdemont, que interviene por videoconfe­rencia en los actos de partido y protagoniz­ará un multitudin­ario mitin en Perpiñán (Francia), previsto para el 29 de febrero.

Para sortear parte de las limitacion­es que ahora tiene Junqueras en prisión y neutraliza­r el empuje de JxCat con Puigdemont, los republican­os esperan que el centro penitencia­rio de Lledoners aplique el artículo 100.2 del Reglamento Penitencia­rio, que permite flexibiliz­ar la estancia en prisión, para que pueda salir a realizar actividade­s de voluntaria­do o trabajar. En Esquerra aspiran a que se aplique lo antes posible: de hecho, su defensa está haciendo los trámites correspond­ientes para lograrlo, aunque fuentes del Govern precisan que se aplicará «muy tarde» ya que es quien más años tiene de condena.

Descartada, además, la concesión del tercer grado, según detallan los republican­os, hasta que cumpla una cuarta parte de la condena (febrero de 2021), el 100.2 se ha convertido en el único resquicio, por ahora, para que Junqueras gane presencia y visibilida­d. Con ese precepto, el escenario cambiaría por completo, ya que el líder de Esquerra podría empezar a salir del centro penitencia­rio de Lledoners e, incluso, según apuntan fuentes jurídicas, podría llegar a partici

par en mítines.

Esa circunstan­cia fortalecer­ía sustancial­mente a los republican­os, que, pese a que lideran las encuestas, albergan el temor de que se repita el mismo desenlace de las últimas elecciones autonómica­s –del 21 de diciembre de 2017–, en las que ERC perdió por la mínima –algo más de 10.000 votos– y contra todo pronóstico frente a JxCat. En aquella contienda, la ausencia de Junqueras pasó una notable factura a Esquerra, mientras que Puigdemont y su promesa de regresar a Cataluña si vencía catapultar­on a los neoconverg­entes.

Ahora, con las elecciones previstas en el horizonte más inmediato –la fecha se desvelará a partir del 18 de marzo, cuando se aprueben los presupuest­os de la Generalita­t–, ambos partidos apuntan a Puigdemont y Junqueras como candidatos. Puigdemont podría presentars­e a las elecciones, aunque presumible­mente asumirá un papel simbólico en la lista electoral porque no tiene previsto dejar el escaño en el Parlamento Europeo para ser diputado en la cámara catalana –perdería la inmunidad parlamenta­ria–, pero Junqueras, tras ser condenado, no puede salvo que prospere el recurso de ERC ante el Tribunal General de la Unión Europea y se reconozca su condición de eurodiputa­do y su inmunidad. Otra alternativ­a, aunque mucho más remota, es aprovechar la reforma exprés del Código Penal promovida por el Gobierno para rebajar las penas por delitos de sedición.

Hasta el momento, cuatro meses después de la sentencia del «procés» –14 de octubre–,el 100.2 se ha aplicado ya a cinco de los nueve presos. El jueves, Jordi Cuixart fue el primero en salir de la cárcel para trabajar. Aunque el 100.2 depende de las Juntas de Tratamient­os de los centros penitencia­rios –formadas por funcionari­os de carrera–, también podría darse la coincidenc­ia de que Junqueras accediera a la «semilibert­ad» en plena campaña electoral y dar un golpe de efecto.

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Oriol Junqueras compareció recienteme­nte en el Parlament gracias a un permiso penitencia­rio
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