Amor en tiempos del virus
«¿Es posible vivir tranquilo en nuestros tiempos cuando se tiene corazón?». Debemos hacernos la misma pregunta que le hacía Ana Pavlovna al príncipe Basilio en la extraordinaria «Guerra y Paz» de Lev Tolstói. El príncipe acudía a visitarla en contestación a una carta suya: «Si no tiene usted nada mejor que hacer, y si la perspectiva de pasar las primeras horas de la noche en casa de una pobre enferma no le aterroriza demasiado, me consideraré encantada recibiéndole en mi palacio entre siete y diez». Ana, dama de honor y parienta próxima de la emperatriz María Fedorovna, llevaba varios días tosiendo; «una gripe, como decía ella –gripe, entonces, era una palabra nueva y muy poco usada–». A diferencia de 1805, en 2020 no tenemos palacios donde recibir. Pero tenemos gripe. Hay cosas que dos siglos no han logrado cambiar. Como el amor, que resiste a todo, también a los virus. De pocas verdades absolutas podemos estar seguros como la que prescribe que el amor salvará el mundo. Así que, salvemos el mundo y dejemos de enmierdarlo. «¿Cómo quiere usted que nadie se encuentre bien cuando se sufre moralmente?», diría Ana Pavlovna. Seguramente no es sencillo, pero nadie dijo que fuera a ser fácil. Que se lo pregunten a Tolstói. O al propio García Márquez y a su amor en los tiempos del cólera. Ya saben: «El amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte». En la vida, como en la literatura, no debemos dejar que una verdad nos estropee un buen titular. Tampoco una historia de amor.