El FBI, en el centro de la teoría de la conspiración
La década de los sesenta fue la más fructífera en cuanto a la desaparición de líderes, de nombres que marcaban el mejor camino para la sociedad estadounidense. El eje de todas estas muertes siempre fue la violencia y las nada claras consecuencias en las que habían sucedido estos crímenes. Todo empezó en Dallas, el 22 de noviembre de 1963, cuando cayó asesinado el presidente John F. Kennedy. Tras él, Malcolm X, Martin Luther King jr. y Robert Kennedy. La sombra de la conspiración se encuentra en todos estos casos, siempre con un denominador común llamado J. Edgar Hoover, el temido director del FBI. En el caso de Malcolm X se sabe que Hoover ordenó a su agentes que llevaron a cabo un detallado seguimiento del líder negro mucho antes incluso de que atrajera a las masas, una operación que empezó a finales de los 50. Para el FBI, Malcolm X era una amenaza incluso cuando se separó de la Nación del Islam. El 5 de junio de 1964, Hoover enviaba un telegrama a las oficinas de la agencia en Nueva York pidiendo que «se haga algo», un «algo» con muchas lecturas. ¿Intervino la Policía de Nueva York? Una semana antes del crimen, el domicilio de la familia de Malcolm X fue incendiado, salvando la vida de manera milagrosa. Siete días más tarde, Malcolm ofrecía una charla en el norte de Manhattan sin un oficial a las puertas del local en el que intervenía. Para algunos investigadores del caso nos podríamos encontrar ante una operación relacionada con COINTELPRO, el programa con el que el FBI quiso controlar y desmontar organizaciones políticas en suelo estadounidense.