Sánchez califica de «polémicas fugaces» Cataluña y Venezuela
Arremete contra el PP horas antes de reunirse con Casado
Sánchez arremetió ayer contra el PP en el Comité Federal del PSOE y le culpó de centrarse en «polémicas fugaces» como el «Delcygate» o la situación en Cataluña.
Tres meses ha tardado Pedro Sánchez en reunir al Comité Federal después de las elecciones del 10 de noviembre. Cinco, desde su última cita. A pesar de que se trata del órgano encargado de fijar la estrategia del partido, el líder del PSOE no lo convocó para avalar el pacto de coalición con Unidas Podemos ni para acordar la reactivación del diálogo con la Generalitat, entre otras decisiones. Y es precisamente la relación del Estado con Cataluña lo que ha generado los últimos conatos de rebelión interna. Si bien el PSOE es ya una sombra de lo que fue en cuanto a contestación al líder, sí hay actuaciones aisladas que generan una respuesta airada por parte de los territorios. Las últimas, el anuncio de reforma del Código Penal para modular los delitos de rebelión y sedición que afectan a los políticos del «procés» y la bilateralidad en la relación con la Generalitat en forma de «mesa de gobiernos».
Sin embargo, de puertas para adentro Sánchez aparca eso de que «la ley por sí sola no basta» que defiende ante Quim Torra y se erige en «la referencia del constitucionalismo social y democrático en el siglo XXI». Una Constitución que, por cierto, evita dejar por escrito cuando negocia con los soberanistas. Así, el presidente aprovechó ayer su intervención ante el Comité Federal de su partido para lanzar una suerte de arenga tranquilizadora a los dirigentes territoriales que han clamado en contra del trato preferencial que se está dispensando a Cataluña. En este sentido, Sánchez aseguró que la «atención» que se dedica a la resolución del «problema» catalán no irá «en perjuicio de otras necesidades territoriales apremiantes». En concreto, el líder socialista se refirió al tren digno que necesita Extremadura, al Mar menor de Murcia, a la inversión para paliar la despoblación en Castilla y León o a esos agricultores que miran con preocupación las ayudas de la PAC, entre otros desafíos.
El presidente reivindicó también que la «solución política en Cataluña debe ser una solución dialogada» y, asegurando que en esta empresa «no sobra nadie», tendió la mano a propios –críticos de su partido– y a extraños, al líder de la oposición, Pablo Casado para afrontar juntos «el diálogo social y territorial». De este modo, la intervención de Sánchez buscaba calmar los ánimos encendidos con los que llegaban a la reunión algunos de los dirigentes territoriales, entre ellos, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page que en la puerta de Ferraz pedía que el diálogo con ERC no supusiera «ni privilegios sociales ni privilegios territoriales».
El líder del PSOE se puso el traje de constitucionalista y reivindicó al Partido Socialista como «los arquitectos de la Constitución en el 78». «Para constitucionalistas, en consecuencia, nosotros», señaló, al tiempo que aseguraba que «admitimos fans, conversos, pero nosotros fuimos los coautores de esa obra y somos la referencia del constitucionalismo social y democrático en el siglo XXI».
La «bronca» de Venezuela
El presidente del Gobierno aprovechó el cónclave para atacar a Pablo Casado, apenas 48 horas antes de la cita que les reunirá a ambos mañana en Moncloa, al tiempo que buscaba la complicidad de su ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, muy desgastado por la oposición a cuenta del «Delcygate». Con un «¿verdad José Luis?», Sánchez quiso hacer partícipe a Ábalos de su argumento de que la derecha construye «polémicas fugaces» para «distraer» la atención de lo que de verdad importa a los españoles, esto es, del ambicioso paquete de medidas sociales que el Gobierno ha puesto en marcha en su primer mes de vida. «¿En qué asuntos se ha centrado la oposición? ¿Acaso en las pensiones o en el salario mínimo?», se preguntaba. «No. Sus temas han sido que hemos cambiado el Consejo de Ministros a los martes, el pin de Abascal y la confrontación en Cataluña o con Venezuela», se respondió a sí mismo.
Sánchez criticaba así lo que considera «el temperamento exaltado» y el «cálculo» partidista de «la derecha española» cuando gobierna el PSOE y se refirió veladamente a las críticas por el «Delcygate», lamentando que «dicen que se preocupan por Venezuela, pero qué poco les interesan los venezolanos o cualquier otro inmigrante a los que estigmatizan como los principales causantes de los males de esta sociedad».