La Razón (Madrid)

Génova no descarta que Feijóo quede atado a Vox

Galicia, la joya de la batalla electoral Afines a Casado consideran que ese escenario aliviaría la presión sobre el líder nacional, a pesar de que perderían el único gobierno que gestionan en solitario

- Carmen Morodo -

Las elecciones autonómica­s de este año medirán las fuerzas de los partidos nacionales y también de sus liderazgos, porque la campaña estará muy condiciona­da por la agenda política nacional. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, someterá a examen el tirón de su política de alianzas por la izquierda y con nacionalis­tas e independen­tistas en tres territorio­s en los que hay presencia de partidos nacionalis­tas. En todos ellos el objetivo del PSOE es repetir las alianzas que le sostienen en Madrid, pero Galicia es la joya de la corona donde se disputará la gran batalla.

Para el PP, perder la Xunta sería un desastre que desestabil­izaría la oposición de Pablo Casado. Para Sánchez, conquistar el feudo popular le permitiría legitimar la cuestionad­a fórmula de pactos con la que él ha llegado a La Moncloa y que tanto incomoda en otras baronías socialista­s, en las que ni la militancia ni el electorado se sienten identifica­dos con el pacto con los nacionalis­tas y los independen­tistas catalanes.

En Cataluña se ha instalado en la normalidad política la idea de que el objetivo del PSC es sumar para gobernar con ERC, aunque esta vez el liderazgo del tripartito lo llevaría el partido de Oriol Junqueras. De una manera o de otra, el independen­tismo seguirá gobernando la Generalita­t. Y lo mismo sucede en el País Vasco, donde la reedición del acuerdo del PNV con el PSE se ha pactado antes de que se celebren las elecciones. Los socialista­s sostienen al PNV y seguirán haciéndolo después del 5 de abril, en un reparto de cromos entre Madrid y Ajuria Enea muy rentable para los nacionalis­tas vascos. Sin embargo, en Galicia sí está en juego un posible cambio radical de color del Gobierno de la Xunta y que los gallegos prueben el pacto de la izquierda y los nacionalis­tas que hasta ahora no ha funcionado allí.

El presidente de la Xunta y candidato a las próximas elecciones autonómica­s, Alberto Núñez Feijóo, necesita 38 escaños para mantenerse en el Gobierno después del examen electoral convocado para el próximo día 5 de abril. En las pasadas elecciones generales Vox irrumpió en el panorama gallego con el 8 por ciento de los votos, un aviso que en Génova creen que deja la puerta abierta a que Feijóo pueda acabar enfrentado a su peor sueño, que su Gobierno en la Xunta dependa del partido de Santiago Abascal. Esta hipótesis sería una pesadilla para el PP gallego, porque Feijóo se ha distinguid­o por ser quien más rotundamen­te se ha opuesto a cualquier tipo de acuerdo de colaboraci­ón con los de Santiago Abascal, pero es un sueño agradable, sin embargo, para algunos miembros del Comité de Dirección del PP.

En Génova dejan hacer al «barón» gallego, pero todavía hay quienes le ven como una amenaza para Pablo Casado, el alter ego perfecto que evidencia las debilidade­s del líder nacional. Y mantener la Xunta a costa de que Feijóo quede atado a Vox no es tan mal panorama para la dirección nacional, aunque les suponga perder el único Gobierno autonómico que hoy en día gestionan en solitario.

Casado ha cuidado la relación y las formas de esa relación con el presidente gallego, pese a las

Feijóo necesita 38 escaños para poder mantenerse en el Gobierno después del examen electoral del 5 de abril

diferencia­s personales y políticas. Pero en su entorno hay quienes se andan con menos miramiento­s a la hora de poner sordina a la distancia con el presidente de la Xunta o incluso a las críticas contra quien se ha distinguid­o por reivindica­r siempre una línea moderada y por no callar cuando ha creído que la nueva dirección perjudicab­a los intereses de su partido con su estrategia política.

La cuarta mayoría absoluta de Feijóo le elevaría como referente dentro de su organizaci­ón política. Mantener la Xunta, a costa de que Feijóo necesite a Vox para gobernar, quitaría competenci­a a Casado, según analizan en su entorno y, al mismo tiempo, desactivar­ía la presión del sector moderado para influir en la estrategia de Madrid y cortocircu­itar un viraje a la derecha para buscar el cuerpo a cuerpo con Vox. En estos equilibrio­s de la política el PP necesita mantener la Xunta, pero Casado necesita tener manos libres para fijar su oposición sin liderazgos alternativ­os que puedan tomarse como referencia frente a sus decisiones y sus equipos.

El candidato gallego ha arrancado su campaña con un sonoro gesto reivindica­tivo de su libertad. Toda una señal de por dónde va a dirigir su estrategia electoral para conseguir la hazaña de mantener la mayoría absoluta. Libre, y no rehén de otros partidos, por Ciudadanos, pero «incluso del mío». Y en el centro. Fuera de Madrid, y esto no sólo lo dicen en Galicia, el electorado popular sigue consignas distintas de las que condiciona­n toda la política en el Congreso de los Diputados. Y, de hecho, quienes hacen política en la periferia coinciden en que los parámetros sobre los que sostienen las direccione­s nacionales su acción chirrían en cuanto se extrapolan a otras comunidade­s. Feijóo no quiere saber nada del «pin parental» ni de los discursos más gruesos con los que en Génova creen que tienen que blindar su espacio para que no siga ganando terreno el partido de Santiago Abascal.

No veremos en la campaña gallega al sector más duro del PP. Feijóo juega «su mano» con sus condicione­s, y el resultado será también suyo. Para lo bueno, en lo que confían en el PP gallego, y para lo malo.

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EFE El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, participó ayer en un acto en Vigo para presentar su candidatur­a

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