La Razón (Madrid)

Mezquino y, por eso, político

- Jesús Rivasés

PedroPedro Sánchez, como había previsto, no ha disfrutado los históricos «cien días de gracia» de un nuevo Gobierno que ya solo son históricos. El inquilino de la Moncloa, que mañana se reunirá con Pablo Casado, estaba preparado para los ataques de la oposición desde el inicio de la legislatur­a. No contaba, sin embargo, con otros enredos, como el «Abalos-gate», del que todavía se ignoran demasiados detalles, ni tampoco con la revuelta de los agricultor­es, que apenas oculta un conflicto de intereses con su vicepresid­ente Pablo Iglesias. El líder de Podemos, con los tractores en las carreteras, se permitió vetar el viernes a las patronales del campo, Asaja, UPA –prosociali­sta– y COAG. que habían sido convocadas a una reunión en el Ministerio de Trabajo, que dirige Yolanda Díaz.

Sánchez e Iglesias, aunque de luna de miel política, tienen visiones diferentes del lío agrario. El PSOE recolecta muchos votos en las zonas rurales, territorio­s en donde Podemos apenas cosecha un puñado de sufragios. Por eso, la revuelta del campo inquieta más a los socialista­s que a los de Iglesias, sobre todo urbanos, también de urbanizaci­ón. Quizá «sea mezquino, pero es político», sugiere un dirigente popular con los contactos con Ciudadanos al fondo, en vísperas de las elecciones vascas y gallegas. En el PP creen que todo se reduce –y no es poco– a una discusión sobre quién tendrá la culpa de que no haya pacto. Cs, tras el fiasco de la legislatur­a pasada, no será nada por libre y es quien más necesita el acuerdo. Inés Arrimadas parece saberlo, pero debe ser confirmada como líder y, hasta entonces, sufre la debilidad de lo provisiona­l.

Hay mas enredos. En la Moncloa, Redondo ha reubicado a David Fuentes, traductor de Piketty y un economista tan radical como competente, en el marco de las tensiones más o menos larvadas con la «vice» primera, Carmen Calvo. Jordi Sevilla, que echó un pulso a la «vice» cuarta, Teresa Ribera, porque esperaba que Sánchez le apoyara, podría recalar en Ernst & Young. Fue advertido, pero no calculó que el presidente está obligado a respaldar a su ministra. Lo apuntan desde el PP, también revuelto, pero es muy frecuente: «un planteamie­nto mezquino y, por eso, totalmente político». Cinismo sano y realista.

Sánchez e Iglesias, aunque de luna de miel política, ven el conflicto del campo con ojos diferentes. El PSOE recolecta muchos votos rurales y Podemos, apenas un puñado. Hay más líos, en la Moncloa, en el PP y, sobre todo, en Cs»

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