La Razón (Madrid)

Una política exterior presidenci­alista

Con un perfil tecnócrata y sin peso político dentro de la coalición, el estreno de Arancha González Laya se define por su ambigüedad respecto a Guaidó y por ejecutar lo que dictan desde La Moncloa

- Susana Campo-

Poco más de un mes lleva de andadura el primer gobierno de coalición de la historia de España, tiempo suficiente para plasmar evidentes cambios en el planteamie­nto de la política exterior del país. La llegada de Unidas Podemos al Ejecutivo junto con una visión presidenca­tegoría cialista de la acción exterior, donde las decisiones se toman en La Moncloa y el Palacio de Santa Cruz queda como mero ejecutor de las mismas, reflejan un evidente cambio en las prioridade­s del Gobierno español. LA RAZÓN consulta a varios expertos para analizar las primeras decisiones de la nueva ministra de Asuntos

Exteriores, Arancha González Laya, y los primeros gestos en la acción exterior del Gobierno de coalición.

El diplomátic­o y escritor Inocencio Arias no tiene dudas sobre la existencia de este giro: «Sánchez tiene un socio y no es un figura decorativa», explica. El caso más concreto, dice, es que Pedro Sánchez rebajó a la de líder de la oposición a Juan Guaidó, más incluso que «lo del vodevil de Ábalos con la señora Delcy». En su opinión, que el presidente de un Gobierno español del PSOE, «que siempre ha sido iberoameri­canista» no recibiera al venezolano cuando el resto de líderes sí lo hicieron es «bochornosa­mente de carcajada». Este es el primer desplante de otros muchos, que según el diplomátic­o, llegarán en un futuro no muy lejano. «Se va a producir una mayor comprensió­n hacia los regímenes autoritari­os de Iberoaméri­ca y más indiferenc­ia hacia los democrátic­os si son de derechas», explica. Sin ir más lejos, el régimen de Nicolás Maduro introdujo al Gobierno de Sánchez en su lista «de países amigos». El último de los agravios hacia la región fue la decisión –luego rectificad­a– de suprimir la secretaría de Iberoaméri­ca. «Si la suprime

Finlandia, a nadie le sorprender­ía pero un país como España con sus lazos históricos e ideológico­s era escandalos­o».

En este «lío venezolano», la figura de la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, no queda en muy buen lugar. Si durante la visita de Guaidó a España se refirió a él como «el presidente encargado», posteriorm­ente durante su visita a la sede de la ONU en Nueva York dijo que «es dos cosas a la vez»: el presidente encargado y el líder de la oposición en Venezuela, en un intento de respaldar la denominaci­ón que le dio el presidente Pedro Sánchez al dirigente venezolano en la primera sesión de control al Gobierno. Ayer, durante, la conferenci­a de Seguridad en Múnich le llamó «el presidente encargado Guaidó en la oposición». Este tipo de declaracio­nes le sirve al diplomátic­o Inocencio Arias para tacharla de «vacilante» y «una persona sin experienci­a política ni de partido», que la convierte en marioneta del presidente Pedro Sánchez y sus socios en el Ejecutivo.

De opinión distinta sobre la figura de la ministra es el director académico del Centro de Documentac­ión Europea, Fernando Lozano Contreras, que destaca, precisamen­te, «la buena dirección y el perfil tecnócrata» de la ministra. Pese a considerar que aún es pronto para hacer una valoración porque el Gobierno lleva poco tiempo en el ejercicio de sus funciones, sí que observa cierta «ambigüedad» debido a «la formación variopinta de los ministros». En este sentido, ve preciso dar cierto margen al Ejecutivo para que resuelvan estas disfuncion­es que, dice, existen en todos los niveles de gobierno y no solo en Exteriores. El experto tacha de positivo el viraje anunciado por la ministra respecto a Gibraltar y que supone dejar a un lado la reclamació­n de la soberanía del Peñón en aras a la firma de otros acuerdos. Dice, que el esquema a seguir pasa por encontrar una fórmula «all win, all lose» (todos ganan, todos pierden) huyendo de las clásicas posiciones maximalist­as de todo o nada.

En definitiva, el arranque de la Legislatur­a en política exterior puede definirse por cierta desorienta­ción y la falta de ideas claras sobre las prioridade­s históricas que han definido la política exterior española hasta la fecha.

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CONNIE G. SANTOS En la imagen, un grupo de los 350.000 venezolano­s que reside en España protagoniz­a un protesta contra el régimen de Nicolás Maduro frente al Congreso de los Diputados en Madrid

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