La Razón (Madrid)

Las dos «torres» del Real Madrid La familia Laso juega hoy dos finales

Campazzo y Tavares sumaron 52 de valoración «Lo estadístic­o se lo dejo a ustedes, yo sólo trato de ser el base más completo posible», decía el Facu

- JOSÉ MANUEL MARTÍN - MÁLAGA

SeSe lamentaba Jaume Ponsarnau, técnico del Valencia, de que dos jugadores de rival hubieran condiciona­do tanto el partido de su equipo. Hablaba, claro está, de Campazzo y Tavares, las dos torres más sólidas del Real Madrid en la semifinal de la Copa del Rey, uno por su altura y el otro, por lo grande que se hizo sobre la parqué a pesar de no llegar al 1,90. El argentino estuvo en todos los rincones de la pista y fue tan brillante su actuación que cuando se fue al banquillo se llevó la ovación del 95 por ciento de la grada del Martín Carpena. «Es algo lindo que te aplaudan, me sentí muy contento en la pista. Muy agradecido a la gente por el gesto», contestaba Campazzo, que no quería hablar mucho de su actuación individual. «Lo estadístic­o se lo dejo a ustedes que saben qué hacer (los periodista­s). Lo importante es el grupo, cómo está jugando», remataba el Facu un discurso que iba a continuar su entrenador.

A él, a Laso, atribuyó el MVP del partido de ayer el buen momento por el que está pasando en cuanto a madurez. «Trato de ser el jugador más completo posible y disfruto tanto en ataque como en defensa. Me ayuda mucho que me entrene Pablo, que fue jugador en la misma posición que yo. Y cada día aprendo algo de Nico (Laprovitto­la) y Sergio (Llull)». Repartía elogios el Facu, porque es tan listo en la pista como fuera de ella. Y justo eso hizo el técnico blanco, haciendo un guiño a sus otros directores de juego cuando todos los focos apuntaban al titular. «He tenido la suerte de entrenar a grandes bases en mi carrera en los banquillos.

La familia Laso va a tener hoy dos finales. Por la tarde, la que va a dirigir el padre, Pablo, con el Real Madrid. Y por la mañana, una que no va a poder ver el técnico blanco, aunque sí dice que estará pendiente. Será la de la Minicopa Endesa, entre el Madrid y el FC Barcelona. En la plantilla blanca está Aksel Laso, el hijo del entrenador vitoriano, que también juega de base, claro. Montecchia, Larragán, Salgado, Chacho... Desde mi posición, yo soy más crítico con ellos, porque siempre pienso que pueden hacer algo más dentro de sus habilidade­s. Converso con ellos y unas veces les digo cosas y otras les escucho. Creo que los dos han hecho un gran trabajo en el control del partido. Tengo tres grandes bases, aunque yo entreno y trato de ayudar a todos», cerraba Pablo Laso, que en el partido de ayer tuvo tiempo de regular los minutos de otro de sus jugadores clave: Tavares, un ogro para el Valencia en la pintura. Su conexión con Campazzo es evidente, algo que también sucede con Deck, del que el técnico dijo que «si el jueves jugó bien, en la semifinal estuvo incluso mucho mejor».

La rotación por dentro la completó Felipe Reyes, que podría estar jugando su última Copa del Rey como profesiona­l. Disfrutó de trece minutos en los que hizo 4 puntos, 2 asistencia­s y 6 rebotes, alguno de esos «made in» Felipe que parecen imposibles de atrapar, pero acaban en sus manos. Se llevó también los aplausos unánimes de la grada en un día en el que al Madrid estuvo perfecto. «Tuve la sensación de controlar los aspectos básicos del juego: rebote, defensa, pérdidas, balance defensivo... Y luego, emerge la calidad. Ni siquiera me preocupan los siete minutos sin anotar, porque seguíamos defendiend­o y podíamos tirar solos», resumía Laso. Respecto al rival, que será Unicaja, el anfitrión, no tenía preferenci­as, más allá de que llegasen lo más cansados a la hora de la final. «Ojalá jueguen siete prórrogas», bromeaba el vitoriano, feliz por lo que había visto de sus chicos, pero ya pensando en lo de hoy.

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