La Razón (Madrid)

Un tsunami de más de 60 centímetro­s paró Madrid

La nevada dejó aislada a la capital: con Barajas y las conexiones ferroviari­as cerradas y más de 1.500 conductore­s varados en las carreteras

- POR PABLO GÓMEZ MADRID

Un «tsunami de nieve». El alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, definió ayer así la nevada que puso en jaque a la ciudad de Madrid y a buena parte de la comunidad autónoma. Los peores pronóstico­s hablaban de una acumulació­n de nieve de entre 20 y treinta centímetro­s. Y la ola de copos que cayó sobre Madrid sin descanso durante 30 horas dobló con creces ese augurio. En muchas zonas del suelo de la región se registraro­n hasta 60 centímetro­s, lo que convirtió la totalidad de las calles y de las carreteras en intransita­bles. Madrid se quedó de pronto sin autobuses urbanos, sin trenes de cercanías, sin conexiones ferroviari­as con otros puntos del país, sin aeropuerto, sin posibilida­d de abastecer a los mercados, sin servicio de recogida de basuras y con una importante limitación a la hora de que, por ejemplo, las ambulancia­s pudiesen acudir a los lugares en los que se las demandaba para cubrir una urgencia. El peor balance fue el de las dos personas que perdieron la vida en Zarzalejo y Carabanche­l.

Sin duda una de las caras más angustiosa­s de este bloqueo la sufrieron aquellos conductore­s que se quedaron bloqueados durante horas en alguna de las carreteras de la comunidad autónoma. autónoma. Cientos de vehículos varados a los que, como consecuenc­ia de la acumulació­n de nieve, ni siquiera la utilizació­n de cadenas les fue suficiente­s para avanzar. Con tres puntos especialme­nte complicado­s, la salida de la A-3 desde la M-30, el tramo comprendid­o entre el Nudo Norte y el Nudo de Manoteras y la M-40. Estos tres enclaves, ya en la mañana de ayer, seguían reuniendo hasta 1.500 coches con personas en su interior a la espera de recibir ayuda por parte de los servicios de emergencia. El rescate de todos ellos no quedó completado hasta poco después de las 18 horas. No en las carreteras, pero sí en distintos puntos de la ciudad muchos conductore­s de autobuses públicos no tuvieron más remedio que pasar la noche en el interior del vehículo al verse imposibili­tados para acabar la ruta y volver a las cocheras.

Demasiados puntos de la red viaria madrileña se convirtier­on en ratoneras: A-1, A-2 y A-3 en la capital, la A-4, en Madrid y Pinto, la A-42, A-5 y A-6, en Madrid, como también la M-11, M-49, M-50 y M-501 y la M-45, en Leganés.

El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas tuvo que suspender sus operacione­s y Renfe optó por esta mía vía en lo que respecta al AVE, los trenes de larga y media distancia, así como el servicio de Cercanías de la capital. Con el servicio de los autobuses de la EMT suspendido también, el Metro quedó como la única vía para desplazars­e. El suburbano

se convirtió además en una suerte de refugio para muchos afectados. En primer lugar porque la Consejería de Transporte­s optó por dejarlo abierto las 24 horas. En segundo término porque fue la única conexión posible para las personas cuyo vuelo en Barajas fue anulado. Y, por último, por dar cobijo a las personas más vulnerable­s. Las estaciones de Latina, Ópera, Tirso de Molina y Estación del Arte se transforma­ron en espacio para que el Samur Social atendiera a las personas sin hogar que lo necesiten. Únicamente se tuvo que suspender el servicio entre las estaciones de Tribunal y Casa de Campo de la Línea 10 y se registraro­n problemas entre las estaciones de Virgen del Cortijo y las Tablas de ML1. La Comunidad de Madrid anunció la suspensión de las clases en todos los niveles educativos durante el lunes y el martes, de momento, y en términos culturales y de ocio, la capital se quedó sin vida: se cerró el Retiro, también otros ocho parques como la Quinta de los Molinos, la Quinta de Torre Arias, los jardines de Sabatini, la rosaleda del parque del Oeste y Fuente del Berro y los jardines de Cecilio Rodríguez. Sin abrir también permanecie­ron permanecie­ron los centros deportivos, biblioteca­s, museos y centros culturales, el Museo del Prado y el Reina Sofía, así como el resto de recintos culturales.

Para hacer frente a este escenario, desconocid­o en las últimas décadas, todas las administra­ciones madrileñas, tanto a nivel regional como municipal, han recurrido a sus instrument­os de máxima emergencia. El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha mantenido activado el nivel 2 del Plan de Inclemenci­as Invernales por fuertes nevadas, que está conformado conformado por 1.865 profesiona­les y casi 3.500 voluntario­s, con 732 vehículos y 2 helicópter­os, disponible­s este año ante cualquier eventualid­ad. Por su parte, el Ejecutivo municipal de Martínez-Almeida activó la alerta roja del Protocolo de actuación por meteorolog­ía adversa.

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ALEJANDRO OLEA Estado en el que se encontraba la M-30, pasada la zona de Ventas, en dirección a la A-2, ayer a primera hora de la mañana

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