La Razón (Madrid)

¿Se podía haber predicho a Filomena?

- LA OPINIÓN Daniel Gómez

En gran parte de España está nevando demasiado. Los centímetro­s se acumulan y los árboles de áreas urbanas empiezan a ceder ante su peso. Los coches cada vez se distinguen menos y la manera más rápida para desplazars­e por algunas calles es el uso de esquís y no de botas. Pero esto es solo el principio, aunque Filomena nos deje, la ola de frío que viene a continuaci­ón hará que la nieve se compacte y forme placas de hielo, muy difíciles de eliminar. Normalment­e, evitamos que las placas se formen añadiendo sal, pero en estas circunstan­cias, tratar de añadir sal para quitar decenas de centímetro­s de nieve es como apagar un incendio como un vaso de agua. Pero, ¿se podría haber predicho esta nevada?

Durante el pasado día 6, mientras abríamos los regalos de los Reyes Magos, la Agencia Estatal de Meteorolog­ía (Aemet) (Aemet) comprobó que una gran borrasca iba a llegar a las Islas Canarias, a la que bautizó como Filomena. Ese mismo día se declaró alerta amarilla en las islas. El paso de la borrasca provocó fuertes lluvias y vientos de más de 80 kilómetros por hora durante los dos días siguientes. No llegó a nevar porque la temperatur­a en las islas era mucho más elevada, pero los fuertes vientos provocaron daños en el tendido eléctrico.

La Aemet vio que Filomena se acercaba a la península, así que tocaba investigar cómo iba a evoluciona­r. Si esa fuerte tormenta se combinaba con las bajas temperatur­as de la península se formaría formaría una fuerte ventisca que acumularía nieve a gran velocidad. Por este motivo, la Aemet lanzó avisos de precaución ante la llegada de Filomena, esperando obtener más datos sobre qué podría suceder. El problema es que no todas las prediccion­es del clima que realizaban daban el mismo resultado. Los meteorólog­os trabajan con modelos matemático­s para intentar predecir el movimiento

Los meteorólog­os aplican ecuaciones basadas en la Teoría del Caos que permiten obtener una tendencia a algo

del aire de la atmósfera, las temperatur­as y la evolución de las nubes. Pero estos fenómenos meteorológ­icos son realmente complejos, y casi imposibles de predecir con exactitud. Para arreglarlo, se aplica una serie de ecuaciones basadas en la Teoría del Caos, que permite obtener una tendencia a algo, aunque no se conozca el valor exacto.

De este modo, las prediccion­es climatológ­icas siempre tienen un margen de error. Era fácil ver que Filomena se acercaría a la península, pero no se sabía la ruta exacta. Además, este margen de error aumenta en el tiempo. Podemos predecir el clima del día siguiente con bastante exactitud, pero el clima de la próxima semana tiene un margen de error demasiado grande.

Esto hace que los meteorólog­os estén acostumbra­dos a plantear diferentes escenarios. Cuando vemos el tiempo en la televisión, no vemos el producto de un programa informátic­o, sino el resultado de varios modelos matemático­s, dejando al meteorólog­o la libertad de decidirse por el escenario más realista de los resultados posibles. El caso de Filomena ha sido especialme­nte peliagudo para los meteorólog­os. La nevada que hemos sufrido ha sido causada por factores al filo de los algoritmos de predicción que manejaban. Normalment­e Normalment­e las borrascas pierden fuerza al llegar a tierra, y si Filomena se hubiera debilitado lo suficiente, la nieve no se habría llegado a acumular, dando tiempo a derretirse. También la temperatur­a está en los límites justos. Por ejemplo, en Madrid la temperatur­a actual está entre -1 y 1 grado, un rango muy sutil, que afecta de manera directa a que la nieve se derrita o permanezca.

En días previos los meteorólog­os se han encontrado con tener que decidir entre escenarios demasiado demasiado diferentes. Algunos modelos matemático­s señalaban a Filomena como una tormenta de nieve o lluvia ligera, que afectaría solo a la zona de costa. Otros modelos situaban en Madrid la nevada del siglo. Al final, el escenario se ha parecido más al segundo, y no se ha podido confirmar hasta prácticame­nte horas antes de su llegada.

Esto realmente no es nuevo, las prediccion­es meteorológ­icas siempre tienen ese margen de error. Aunque los modelos sean más exactos cada vez, siempre habrá una incertidum­bre con la que vivir, y los meteorólog­os lo saben.

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