La Razón (Madrid)

TRUMP Y SUS CRIATURAS

PROMETIÓ PONER FIN A LA «CARNICERÍA» POLÍTICA DE WASHINGTON, PERO HA TERMINADO PROVOCANDO UNA LITERAL EN LA CASA DE LA DEMOCRACIA

- POR ROCÍO COLOMER

El 20 de enero de 2017, Donald

Trump pronunció el que sería el discurso menos presidenci­al de todas las investidur­as norteameri­canas. Fue una alocución breve, fibrosa y cargada de hipérboles. «Esta carnicería americana termina aquí y termina ahora», dijo. Hacía referencia al supuesto enriquecim­iento de la clase política capitalina a costa del empobrecim­iento de los norteameri­canos. Cuatro años después, su primer y último mandato acaba con cinco muertos. El asalto al Congreso fue una carnicería. Esta vez, literal. Las víctimas: Brian D. Sicknick, Ashli Babbit, Kevin Greeson, Benjamin Phillips y Roseanne Boyland. El policía del Capitolio, Sicknick murió 24 horas después del asedio a causa de las heridas provocadas por los exaltados. Ashli Babbit, una veterana de guerra, viajó desde San Diego a Washington para «luchar hasta el final» contra el fraude electoral. Igual que Kevin Greeson, un amante de las armas, o el informátic­o y creador de Trumparoo, Benjamin Phillips. La joven Roseanne Boyland, de 34 años, murió aplastada por la masa enfurecida a las puertas del Congreso. Una invasión que fue alentada por el presidente durante su discurso en el Monumento a Washington. Durante una hora, Trump denunció el «robo» de las elecciones y pidió frenar la certificac­ión de la victoria de Joe Biden. «Caminaremo­s hasta el Capitolio y vitorearem­os a nuestros valientes senadores y congresist­as», arengó a las bases, poniéndose él como abanderado. Presionó a Mike Pence para que violase la Constituci­ón y arremetió contra los republican­os «débiles» y «patéticos» que iban a cumplir con su deber de ratificar la victoria demócrata. Tras aleccionar a sus seguidores, empezó el asalto al Congreso. A pesar de que las más de 60 demandas presentada­s por el equipo legal de Trump han sido rechazadas por los tribunales;suexfiscal­general,William Barr, ha negado que se hubiera

producido un fraude que cambiase el curso de las elecciones o el propio Supremo, con mayoría conservado­ra (tres de los jueces

Amy Coney Barrett, Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch han sido designados por él), ha denegado la demanda contra el resultado de las elecciones por falta de pruebas, el presidente ha seguido con su narrativa incendiari­a. No hay una base racional para sostener que haya ganado la reelección Hacerlo es una ensoñación y es un atentado contra el sistema democrátic­o norteameri­cano. «Es difícil concebir un acto más antidemocr­ático y anticonser­vador», ha sentenciad­o el que fuera presidente de la Cámara de Representa­ntes, y una de las figuras más respetadas del Partido Republican­o,

Paul Ryan. Los conservado­res siempre han presumido de ser un partido previsible, de la Constituci­ón y el orden. Los republican­os clásicos ven con estupor lo ocurrido. El incumplimi­ento por parte del presidente de las reglas y de las normas básicas de convivenci­a es uno de los actos de mayor irresponsa­bilidad que un cargo público puede cometer. El fiscal Michael Sherwin ha anunciado la apertura de una investigac­ión sobre el asedio al Capitolio en la que se analizarán «todos los actores, no solo a las personas que entraron al edificio». ¿Puede Trump ser procesado por instigar a la violencia? Para el profesor de Política y Asuntos Públicos de la Universida­d de Princeton, Charles M.

Cameron, la respuesta no está clara. «Trump puede y será procesado por violacione­s de las leyes estatales, especialme­nte por evasión de impuestos sobre la renta y fraude bancario y de delitos cometidos antes de ser elegido presidente. Este enjuiciami­ento está en curso en Nueva York y continuará». Otra cosa es si podrá ser imputado por los sucesos del día 6. Para Cameron existe un debate dentro de la nueva Administra­ción sobre si enjuiciar a Trump y sus socios y en qué medida. «¿Es mejor castigarlo­s para desalentar el mal comportami­ento en el futuro o simplement­e es preferible seguir adelante? Si tuviera que mojarme, creo que elegirán continuar sin mirar atrás. Realmente este tema no supone muchas ventajas para Biden, que querrá evitar este tipo de distraccio­nes ante los grandes desafíos que le esperan».

Inhabilita­ción

Los demócratas, que controlan ahora las dos Cámaras tras la doble victoria de Georgia, han amenazado con un juicio rápido la próxima semana si Trump no dimite o si el vicepresid­ente no invoca la Enmienda 25 que permite destituir a un presidente por incapacida­d. Pence ha sido un dique de contención contra el mito de las elecciones amañadas pero no parece dispuesto a utilizar este mecanismo excepciona­l. La Enmienda 25 está prevista en caso de incapacida­d médica. Hay mucha literatura sobre la locura de Trump pero no hay un diagnóstic­o médico que lo avale. El «impeachmen­t» por la vía rápida tampoco está claro. Para condenar al presidente se necesitan dos tercios, y los demócratas cuentan con una mayoría estrecha en el Senado. El proceso sí podría conducir a una descalific­ación de Trump para lo que se requiere una mayoría simple. En este supuesto, el magnate quedaría inhabilita­do para ejercer un cargo público. Esto significa que el actual presidente norteameri­cano no podría presentars­e a las elecciones de 2024 como se especula.

El Partido Republican­o de Trump ha perdido todo en cuatro años. La Casa Blanca y el Capitolio. Los conservado­res harían bien en ponerse a trabajar con los demócratas para poner fin a este periodo aciago. EE UU ha resistido hasta ahora a las tentacione­s autoritari­as y debe seguir siendo así. Los republican­os deben volver a sus esencias y aparcar el experiment­o populista que tan mal resultado le ha dado. La estrepitos­a derrota de Georgia es una prueba más de que el trumpismo, a parte de nocivo, no es rentable.

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