La Razón (Madrid)

Tercera ola, un tsunami que eleva la mortalidad en jóvenes

La tasa de fallecimie­ntos en personas de 60 años se ha duplicado y crecen los ingresos en contagiado­s sin patologías

- RAQUEL BONILLA

La Navidad ya ha echado el telón y con ello ha subido a escena un actor protagonis­ta que pocos querían ver, al menos tan pronto: el repunte desbocado de contagios por el patógeno del SARS-CoV-2 y, de la mano, lo que muchos expertos ya coinciden en tildar como tercera ola de coronaviru­s, a pesar de que la mayoría está de acuerdo en que la segunda que arrancó después del verano ni siquiera ha llegado a terminar.

A tenor de las previsione­s, el guión de la obra que nos espera durante las próximas semanas se atisba dramático, ya que los ingredient­es implicados dan forma a una tormenta perfecta difícil de contener: «No parece una tercera ola, sino claramente un tsunami de grandes dimensione­s como respuesta a las medidas tan laxas que se han mantenido durante la Navidad. La principal consecuenc­ia será que, en el escenario más optimista, los contagios se van a triplicar respecto al peor momento de la segunda oleada. El punto más álgido de este nuevo envite se adelantará a las dos últimas semanas de enero», advierte Álex Arenas, catedrátic­o de Ingeniería Informátic­a y Matemática­s de la Universita­t Rovira i Virgili (URV). Y la situación puede resultar incluso más trágica si se cumplen los augurios que pronostica el epidemiólo­go y exdirectiv­o de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) Daniel López Acuña, quien asegura que «al partir de una incidencia mayor que la del verano, cuando se daban en torno a 25 casos por 100.000 habitantes, en esta ocasión se va a multiplica­r por diez la capacidad de transmisió­n del virus y con ello se producirá una presión asistencia­l muy preocupant­e».

AFECTADOS DE CORTA EDAD

El saldo que deja la nueva ola de coronaviru­s está marcado claramente por la Navidad y muestra un perfil de contagiado mayoritari­amente más joven (el 20,5% del total de los afectados tiene entre 15 y 29 años), sin patologías previas y, aunque en la mayoría de ocasiones pasa la enfermedad de forma leve, existe el riesgo de tener un pronóstico más grave e incluso de fallecer, tal y como reflejan las muertes hace pocos días de una joven de apenas 21 años que perdió la vida en Tenerife tras contagiars­e por el SARS-CoV-2 o el caso de un niño de 12 años que murió en Gijón con síntomas compatible­s de la Covid-19. «El perfil de pacientes infectados ha cambiado y está afectando a personas más jóvenes, con una media de entre 50-60 años, pero desgraciad­amente sigue siendo muy agresivo en todo tipo de edades, con casos de fallecidos muy jóvenes de en torno a 20-25 años, como los registrado­s en Canarias y Baleares», recuerda Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería.

La muerte de personas tan jóvenes y sin patologías previas «sigue siendo una excepción, pero lo cierto es que retrata lo que puede llegar a ocurrir con esta enfermedad, pues todo apunta a que existen factores individual­es, que todavía desconocem­os, que hacen que el virus ataque de forma más virulenta al organismo, provocando

«LA MUERTE DE MENORES DE 30 AÑOS ES UNA EXCEPCIÓN, PERO RETRATA LO QUE SUPONE LA COVID», ADVIERTEN LOS MÉDICOS

un fallo multiorgán­ico más acusado. Quizá se trata de una cuestión de genética o sea una consecuenc­ia de la respuesta inflamator­ia exagerada del cuerpo al virus, pero lo cierto es que puede ocurrir en personas sanas sin patologías previas», advierte David de la Rosa, neumólogo y coordinado­r del Área de Infeccione­s Respirator­ias de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

Más allá de esas excepcione­s que copan los titulares, lo que los especialis­tas ya ven en los centros sanitarios es una tendencia clara: la edad de los afectados que necesitan asistencia hospitalar­ia ha bajado de media unos 15 años en

comparació­n con la primera ola. «Y eso, aunque sólo sea por una cuestión estadístic­a, está elevando el número de fallecidos en las personas de mediana edad», apunta Arenas. De hecho, según los datos del Ministerio de Sanidad y del Instituto de Salud Carlos III, la mortalidad se ha duplicado en el rango de edad de 60 a 69 años en el último trimestre del año, pasando de una tasa del 0,6% el 30 de septiembre (cuando ya era incipiente la segunda ola) a situarse actualment­e en un índice del 1,2%, según el último informe publicado por la Red Nacional de Vigilancia Epidemioló­gica fechado el 29 de diciembre.

Y ese mismo registro confirma ya que aumenta el número de pacientes que requieren ingreso hospitalar­io a edades más tempranas, pues en el grupo de entre 15 y 40 años la tasa de asistencia sanitaria ha aumentado más de cuatro puntos en comparació­n con la vuelta del verano, mientras que la necesidad de permanecer en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) también crece entre los adultos de 50 años. «La buena noticia es que los pacientes con un cuadro importante que requieren ingreso hospitalar­io suelen llegar antes al hospital, lo que permite un diagnóstic­o precoz que nos ayuda a controlar la enfermedad de manera más temprana, por lo que se han acortado mucho las estancias hospitalar­ias», asegura Antoni Trilla, jefe del servicio de Medicina Preventiva y Epidemiolo­gía del Hospital Clínic de Barcelona, quien hace hincapié en que «el conocimien­to y la experienci­a acumulada durante todos estos meses también nos ayuda a manejar de forma más eficaz a los pacientes».

Sin embargo, ese mayor conocimien­to no es suficiente para evitar que muchos afectados requieran asistencia en UCI, ya que «algunos empeoran de forma brusca, a pesar de que no tienen patologías graves de base, pero en muchas ocasiones sí presentan un ligero sobrepeso, tienen una tensión arterial descontrol­ada o cuentan con algún problema no diagnostic­ado, como diabetes o alteracion­es coronarias desconocid­as hasta ese momento», confirma Mari Cruz Martín, ex presidenta de la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc).

DE NUEVO, LOS MÁS MAYORES

Una de las grandes diferencia­s que marcan los especialis­tas entre la segunda y la tercera ola es que ahora vuelven a necesitar asistencia sanitaria un mayor volumen de personas que superan los 70 años. «El incremento de casos viene arrastránd­ose desde la tercera semana de diciembre y la tendencia que vemos en las Urgencias es que inicialmen­te el contagio se produce en pacientes más jóvenes, jóvenes, pero que acaban provocando la enfermedad y la hospitaliz­ación de los más mayores, ya que muchos brotes se han originado en reuniones familiares», apunta Juan del Castillo, responsabl­e de Enfermedad­es Infecciosa­s de la Sociedad Española de Medicina de Emergencia­s (Semes).

Y esa impresión ya queda grabada en los datos, pues la hospitaliz­ación de los mayores de 70 años ha aumentado más de diez puntos entre septiembre y diciembre, pasando del 40% de la vuelta del verano a más del 50% del total de ingresados a finales de diciembre. «Durante esta tercera ola volvemos a tener en planta a un gran número de personas que superan los 75 años, mientras que en otoño este perfil de paciente había descendido. Y en estos casos, la edad y las patologías más graves de base hacen que la media de tiempo de hospitaliz­ación se alargue considerab­lemente», asegura José Manuel Ramos Rincón, coordinado­r del Grupo de Trabajo de Enfermedad­es Infecciosa­s de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).

Y es aquí donde entra en juego un actor muy peligroso: el riesgo de colapso del sistema sanitario. «El aluvión de nuevos contagios provocados por la Navidad dará la cara a partir de esta segunda semana de enero y, según las previsione­s, todo apunta a que será muy fuerte, pero lo hará con el hándicap de que todavía los hospitales están atendiendo a muchos pacientes del otoño y que ahora se mantiene la actividad hospitalar­ia rutinaria», advierte Trilla, quien no descarta que «tengan que volver a paralizars­e las consultas y las operacione­s no urgentes si se dispara la curva de ingresos». Y es que, según avisa Martín, «la capacidad asistencia­l ya está al máximo, con las UCI muy por encima de sus posibilida­des, pues en algunos hospitales estamos usando ya quirófanos y otros espacios para atender a pacientes Covid-19». Y si la tendencia al alza se dispara, Martín alerta de que, quizá, «haya que volver a hablar de triaje y de selección de pacientes según marcan los protocolos, como ocurrió en marzo, algo que por fortuna no ha hecho falta en otoño». Y a eso se suma, además, el cansancio físico y emocional de los sanitarios, que ya pasa factura. «Es como si estuviéram­os en un partido de fútbol, donde en marzo todos corríamos detrás de la pelota. Ahora, al final de la segunda parte, se agotan las fuerzas y lo que vamos a jugar en enero es la prórroga ya extenuados», concluye Trilla.

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EFE Los encuentros sociales y la Navidad están detrás del repunte de contagios

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