El muro como legado
En medio de la ofensiva demócrata en el Congreso, Trump trata de reivindicarse como el presidente norteamericano que más ha hecho por asegurar la frontera sur
Una semana más tarde del asalto al Capitolio, despojado de sus redes sociales, abandonado por las grandes corporaciones, acusado por los demócratas en el albur de un segundo «impeachment» de «instigar la insurrección», compareció en Texas. Fue su primera aparición desde la debacle de Washington D.C. En su opinión nada de lo que dijo entonces alentó a la masa enfurecida, sus comentarios fueron apropiados y la raíz del problema era y sigue siendo la frustración de la gente por el supuesto fraude. Durante su encuentro con los periodistas, camino del Álamo, uno de los epicentros fundacionales de la mística estadounidense, charló con los periodistas e insistió en que las únicas protestas problemáticas de los últimos meses fueron las desencadenadas por la violencia policial. «Los horribles disturbios en Portland y Seattle», dijo, «ese sí fue un problema».
Los componentes simbólicos del viaje no pasaron desapercibidos a su sobrina, Mary Trump. Entrevistada en la CNN por Andrew Cuomo sostuvo que su tío ha elegido reaparecer en El Álamo para evocar el componente mítico y poético de la batalla de 1836, donde los rebeldes texanos murieron a manos de las tropas de Santa Anna. Trump invoca así a Davy Crockett y a John Wayne, aunque para su sobrina, Trump es un oportunista, que vejó a su abuelo, Fred Trump, durante sus últimos días, y que ya habría demostrado su egoísmo tras la muerte de su hermano, el padre de Mary, Fred Jr. En cuanto al hecho de regresar junto al muro es imposible no recordar que la frontera le ha ofrecido munición nativista y xenófoba y que le ha permitido la construcción de uno de sus hombres de pajas dilectos, el invasor hispano, hispanohablante, mexicano o centroamericano, que alimentó sus discursos desde que presentó su candidatura a las primarias republicanas, en 2015. Cuando Trump juró el cargo, en enero de 2017, el muro, que comprende desde cercas de hierro de 5 metros de altura a barreras improvisadas para vehículos y alambres de púas, ocupaban unos 1.000 kilómetros entre
El presidente saliente prometió construir 2.000 kilómetros de valla, pero apenas ha levantado 50 kilómetros
EE UU y México. Un tercio de la frontera total, que tiene 3.210 kilómetros. Según un informe reciente de Bloomberg, que bebe de los informes proporcionados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE UU a mediados de agosto el Gobierno Trump había levantado 48 kilómetros de nuevas barreras y reparado y/o reforzado otros 394 kilómetros.
Sea como sea, el Trump debilitado que ayer viajó a Texas parece que conserva el orgullo intacto. Sigue refiriéndose a los manifestantes de la pasada semana como patriotas o «gente muy especial». La construcción del muro fue una de sus promesas estrella en las elecciones de 2016. Ahora en este cierre sombrío de mandato busca reivindicar su legado y reivindicarse. El muro, «a beatiful wall» Trump dixit, cristalizó su lema « America First». La valla aunque apenas sean 50 kilómetros simboliza su empeño de proteger a los norteamericanos de la inmigración ilegal y de la mano de obra barata que pone en peligro sus empleos. Trump no obstante se ha quedado lejos de los 2.000 kilómetros de muro que prometió construir en las elecciones de 2016. Aún así, el presidente de EE UU sostiene que ha sido el mandatario que más ha hecho por asegurar la frontera sur.
También se quedó en el aire su vieja promesa electoral de expulsar a once millones de inmigrantes ilegales, de los que al menos dos millones eran adolescentes y niños, los llamados «dreamers», criados en EE UU, hijos de inmigrantes ilegales, que carecían de papeles a pesar de que pasaron toda o buena parte de su vida en el único país que reconocían como propio. Los «dreamers» fueron uno de los grandes comodines de su presidencia, durante meses trató de canjearlos a cambio de más financiación para el muro. Y allí, delante de su «hermosa» barrera, agoniza ya la peripecia política de quien un 16 de abril de 2016 descendió las escaleras mecánicas de la Torre Trump para, según dijo, «restituir la grandeza de América».