¿HAY QUE ESTUDIAR EN LAS AULAS QUÉ PASÓ EL 23-F?
A FAVOR
Hace cuarenta años de un hecho que quedó marcado a fuego en nuestra memoria colectiva: el asalto al Congreso. El 23-F fue crucial y debe conocerse su alcance.
Un capítulo histórico más
Un acontecimiento de semejante calibre debe formar parte del temario en el apartado correspondiente a la Historia de España más reciente, por su importancia y singularidad.
Hay que poner remedio al desconocimiento
Según una encuesta de NC Report publicada ayer por LA RAZÓN, más del 70 por ciento de los jóvenes entre 18 y 34 años no sabe quién es Antonio Tejero. Algo descabellado.
Evitar y estar alerta
Un viejo dicho asegura que «quien no conoce su historia está condenado a repetirla». Este es un argumento de peso para comprender las causas de todo cuanto pasó y atajar una no deseada vuelta al pasado, por difícil que parezca.
EN CONTRA
Un evento como el de la toma de la Cámara Baja en 1981 puede llevar todavía a muchas interpretaciones. Es mejor dejar pasar un tiempo para saber más.
Llevar la política a las aulas
El encono de la situación que llevó en 1981 a la asonada militar puede desencadenar conflictos no deseados en los centros de enseñanza por ser un episodio tan reciente y en una situación «guerracivilista» por parte de algunas formaciones políticas.
Temarios demasiado extensos
Cuando ocurre demasiado habitualmente que las materias a estudiar se quedan sin completar, mejor no sumar más piezas. Ya habrá tiempo de abarcar la formación.
Evitar versiones hasta completar el relato
Cuando hablamos del 23-F sabemos que no faltan lagunas y sobran las interpretaciones. Con el tiempo todo se irá aclarando para que constituya un tema con menos sesgo identitario.