ATÍPICAS, PERO BIENVENIDAS
DespuésDespués fueron San Isidro y La Paloma, las fiestas del Orgullo y los Veranos de La Villa, el día de la Almudena y todas y cada una de las tradiciones de Navidad. Pero la Semana Santa fue la primera festividad «confinada» tras el decreto de estado de alarma en el país aquel 14 de marzo que pasará a la historia como el último día de una normalidad entonces mucho menos apreciada de lo que merecía. Pero la irrupción en escena de la Covid-19 no solo nos robó fiestas y verbenas, que se llevó por delante también la primavera. No hubo picnics ni excursiones, rutas ni festivales. Ni vermús al sol, ni almendros en flor. Nada o, como mucho, un brindis desde el balcón. Por eso, este año, aunque todavía estén de estreno y lejos de lucir como de costumbre, esta Semana Santa, como esta primavera, serán atípicas, pero bienvenidas.
Ayer, 28 de marzo, Madrid volvió a celebrar un Domingo de Ramos con ese olor a romero y laurel de siempre y, al mismo tiempo, disfrutó del primer día largo de la temporada tras el cambio horario con ese sabor tan refrescante de las terrazas. Un año después, han vuelto las liturgias y las ramas de olivo, las bendiciones y las palmas. Y aunque la de ayer estuviera lejos de ser una eucaristía multitudinaria, al menos fue. Las puertas de la Catedral de la Almudena se abrieron a los fieles que pudieron acudir al templo a cumplir con el acto de punto y final de la Cuaresma, una de las citas más importantes para la fe cristiana. Mientras, fuera de las iglesias, los madrileños y madrileñas presumían del cambio de armario que en 2020 no hubo que hacer para sumergirse en ese trago de cerveza fría que el coronavirus ha convertido en un lujo para el paladar que nadie volverá a despreciar.
Ayer, 28 de marzo, el Domingo de Ramos dio el pistoletazo de salida a la Semana Santa y el adelanto de una hora en el reloj marcó el inicio de las tardes de sol alargadas. Y si bien tanto la una como la otra habrá que vivirlas en Madrid, al menos no será obligatorio vivirlas en casa. Así que, conviene insistir: atípicas, pero bienvenidas.
Este año tampoco habrá procesiones de Semana Santa, pero sí liturgias como la de ayer en la catedral