El desbloqueo político de Israel, en manos de los islamistas
Con tan sólo cuatro diputados, Ra’am posee la llave del nuevo Gobierno israelí
Dado el panorama de estancamiento no se descarta que se repitan unas quintas elecciones este mismo verano
Pasadas cuatro rondas electorales Israel, –la última el martes pasado–, se vuelve a repetir el mismo patrón. Benjamin Netanyahu es el indiscutible vencedor de los comicios (30), pero su bloque de derecha y religiosos (59) sigue sin alcanzar la soñada cifra de 61 diputados, el mínimo requerido para formar coalición.
Del otro bando, el heterogéneo «bloque del cambio», con el centrista Yair Lapid a la cabeza (17), sumaría 57, si se aparcan las distancias ideológicas en pro del objetivo común: echar a «Bibi» de la residencia oficial de la calle Balfour. Además, se confirmó que la llave para desencallar la situación queda en manos del islamista conservador Ra’am. Con solamente cuatro diputados, su líder Mansour Abas ya avanzó que sus votos tendrán un alto coste –en forma de inversiones en el sector árabe que convaliden su estrategia política–, y que pese a los rumores previos sobre presuntos preacuerdos con el Likud, escuchará ofertas desde ambos bloques.
En una tertulia radiofónica destacaban el logro del nuevo paradigma aplicado por esta facción, que se desmarcó de la tradicional defensa de la causa palestina de la Lista Árabe Unificada, y centró el mensaje en «poder influir desde el gobierno» para mejorar el estatus de los árabes israelíes. «Paradójicamente, el futuro ejecutivo está en manos de los palestinos (con ciudadanía israelí)», destacó una tertuliana. Dado el panorama de estancamiento y la perspectiva realista de unos quintos comicios en verano, se reiteran las demandas para que el «premier» tire definitivamente la toalla. «Por cuarta vez fracasó y no logró una mayoría parlamentaria suficiente. Sin Netanyahu, se podrá formar un gobierno rápido y estable. Si le importa más Israel que prolongarse en el poder, debe dar un paso al costado», alegó ayer el ex likudnik Gideon Sa’ar, líder de la nueva marca Nueva Esperanza.
El analista de Kan11 Shaul Amsterdamski avanzó los escenarios que se repetirán en bucle las próximas semanas, en que los contactos entre partidos determinarán a quien otorgará el presidente del país el encargo de formar coalición. «Acercamiento dramático en la negociación», «cambio de rumbo», o «explosión en la recta final del acuerdo», serán los titulares de las próximas jornadas. Y recordó los escenarios habituales que se producen: «hay partidos que muestran voluntad total de entrar (los ultra ortodoxos); hay quienes intentan ponerlo más difícil para avanzar sus intereses (el caso de Yamina); y hay quienes están dispuestos a apoyar, pero sin sentarse junto a otros partidos».
Este último escenario es el que afronta «Bibi»: los antagónicos Ra’am y «Sionismo Religioso» ya le han hecho constar que de ninguna ninguna manera apoyarán al Likud si el «otro» está en la bancada gubernamental. «En la víspera de Pesaj (la pascua judía), los políticos entonaran un nuevo salmo: sacar a Israel del enredo», satirizó la analista Tal Shalev ante las turbulencias que se avecinan.
Desde el «bloque del cambio», ayer tomaron de inmediato la iniciativa tras finalizarse el recuento. Yair Lapid empezó por reunirse con el derechista laico Avigdor Liberman (Israel Beitenu), con quien exploró los escenarios existentes para reemplazar a Netanyahu. Tanto Liberman como los progresistas Avodá y Meretz, ya avanzaron que apoyarán a Lapid. Con esta suma, el centrista se asegura solamente 37 apoyos.
Una de las posibles estrategias de la coalición alternativa pasaría por lograr un voto mayoritario en la Knesset para reemplazar a su actual presidente (del Likud), y así poder pasar una ley que impida a un imputado por la justicia ejercer en el cargo de primer ministro. «No todo llega automáticamente, nosotros tenemos demandas», alertó el parlamentario árabe Ahmad Tibi, ante los cantos de sirena que le piden su apoyo.
Desde el Likud centran ahora su estrategia en intentar lograr que detractores que huyeron a nuevas formaciones, vuelvan al partido para sumar los dos escaños que le faltan. Sharren Haskel, que se marchó para unirse a la nueva marca Tikvá Jadashá, confirmó ayer que le ofrecieron «medio imperio» para que «regresara a casa». «De ningún modo ocurrirá, y no depende de la cartera que me ofrezcan. Ríndanse», exclamó. También se espera una campaña de presión frente a domicilios de parlamentarios derechistas incluidos en la hipotética coalición alternativa, para persuadirles que no faciliten «un gobierno de la izquierda» liderado por Lapid.