La Razón (Madrid)

90 METROS, 50 SEGUNDOS

- Marilyn dos Santos

Madrid nunca estuvo tan cerca de sí misma. No recordaba ya un verano como el último, tan colmado de voces familiares. Tampoco se acuerda de ver tantas caras conocidas después de la primera noche de luna llena tras el equinoccio de primavera, que lo normal es que esa sea la llamada de los astros a correr despavorid­os fuera, donde sea, pero fuera. Y por eso, a pesar de las noches sin el bar de la chica de ayer y los días sin claveles en la pradera, Madrid nunca antes lució tan madrileña, tan suya, tan bella. Porque, si a algo ha forzado esta dichosa pandemia es a quererse, y a quererla.

Las vacaciones de Semana Santa solían ser en otros tiempos un buen momento para salir de la región y dejar paso a esos ejércitos de turistas llegados de todas partes y bien provistos de «must do lists». Planes encajados al milímetro en cuatro días de ocio durante los que eran capaces de ver todos esos rincones para los que los madrileños y madrileñas nunca encuentran el momento, tan perdido en el calendario de los cafés por tomar y los libros por leer, que tuvo que venir a encontrarl­o la pandemia. Es ahora. El momento de reconocer

Madrid desde dentro es ahora.

El Faro de Moncloa solía aparecer en esas listas de deseos de los forasteros. Construido en un año mágico, con 110 metros de altura y vistas a los monumentos de la historia y la naturaleza más emblemátic­os de la ciudad, esta torre de iluminació­n tiene todos los ingredient­es para ser de visita obligada, al menos para los que llegan nuevos. Para los de aquí podría haber pasado desapercib­ida, pues sus cristalera­s dan a lugares tan cotidianos como el Palacio

Real, las Cuatro

Se ha modificado la altura de la barandilla informativ­a del mirador para hacerla accesible a los usuarios de silla de ruedas

Torres o la sierra de Guadarrama. Pero, cuánto ha cambiado Madrid desde que este faro en pleno corazón de Ciudad Universita­ria cerrara sus puertas por obras de acondicion­amiento, que ahora todos esos sitios de postal le apetecen a todos los que nunca antes estuvieron tan cerca de ella.

Suerte que, siendo ya 100% accesible, el Faro de Moncloa vuelve a recibir a curiosos de cumplir con el primer punto de cualquier «must do list» en la ciudad: Madrid a más de 90 metros del suelo, a menos de 50 segundos del cielo. «Check».

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ALBERTO R. ROLDÁN Desde esta semana, se pueden adquirir las entradas al mirador del Faro de Moncloa, consruido en 1992. La visita libre es de 30 minutos de duración y el precio oscila entre 1 y 4 euros

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