Víctimas de ETA: condenadas ahora al ostracismo por el Gobierno
LA RAZÓN reúne telemáticamente a tres afectados por el terrorismo y critican la humillación y el abandono que sufren del Gobierno
«Marlaska era un juez ejemplar. Yo ahora no le reconozco» Charo Cadarso
«Primero es el indulto a los catalanes, luego vendrá el de los presos vascos» Francisco Javier Tejedor
Son numerosas las veces que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha tratado de «dulcificar» el verdadero relato del terror. Mientras busca la foto en la réplica del zulo de Ortega Lara, «apisona» armas como símbolo del fin de ETA o participa en homenajes a las víctimas, mantiene su mano tendida a los herederos de Batasuna; continua, cada «viernes de dolores», con el goteo de traslados de presos y culmina la cesión de las cárceles al País Vasco. Por ello, hoy, la mayoría de las asociaciones de víctimas, las más representativas, no acudirán al acto institucional que, como cada 27-J se celebra en el Congreso para homenajearlas. Estarán fuera, en la puerta de los Leones, protestando por las reiteradas humillaciones y el abandono que sufren.
LA RAZÓN reúne telemáticamente a tres víctimas para dar voz a su indignación y lo que significa ser víctima con los tiempos del Gobierno de Pedro Sánchez.
Desde Calahorra, nos atiende Charo Cadarso. Su padre, el teniente coronel de la Guardia Civil, Luis Cadarso, fue asesinado en Basauri el 14 de abril de 1981. Ese día se dirigía al kiosko de prensa cuando se le acercaron dos hombres y una mujer y le descerrajaron cuatro tiros a bocajarro: dos de ellos le alcanzaron en la cabeza y el corazón. Murió en el acto. Además, su marido también sufrió un secuestro. A ella y a su familia les echaron del País Vasco y un año después del cruel atentado se trasladó a La Rioja.
En Logroño reside Matilde Atarés Ayuso. La imagen de su madre, María Luisa Ayuso, ante el cadáver de su marido simbolizó para muchos uno de los momentos más duros de la historia del terrorismo etarra. A su padre, el general de la Guardia Civil Juan Atarés, le dispararon por la espalda cuando paseaba por Pamplona, cerca de su casa, el 23 de diciembre de 1985.
Y, desde Madrid, nos recibe Javier Tejedor Prieto. A su padre lo asesinaron en la Plaza Cruz Verde, en la capital madrileña, el 6 de febrero de 1992.
Durante la conversación, los tres coinciden en subrayar el abandono y la humillación que sienten con este Gobierno. «Me he sentido desde el principio, realmente engañada», dice Matilde. «Se ha reído de las víctimas. Creo que no estoy insultando sino diciendo la verdad, es un mentiroso», añade.
Los pactos del Ejecutivo de coalición con EH-Bildu marcaron un punto de inflexión: Habían convertido a Arnaldo Otegi en un «hombre de Estado», el interlocutor que ahora, tras los indultos del Gobierno a los presos condenados por el «procés» ha visto una nueva vía para presionar al Ejecutivo y pide la excarcelación de todos los presos de ETA. Charo, Javier, y Matilde temen que este sea el siguiente paso. «Se ríen de nosotros. Todos los viernes hay acercados. Primero es el