La Razón (Madrid)

Desesperac­ión monclovita

- Carlos Rodríguez Braun

CuandoCuan­do escuché a la ministra Teresa Ribera hablar en el Congreso de la «sensibilid­ad» del Gobierno ante el precio de la luz pensé: en Moncloa deben estar desesperad­os. Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, había trazado su estrategia con todo cuidado. El fundamento era un clásico, a saber, el Gobierno no tiene ninguna culpa de lo malo, pero sí el mérito de lo bueno. La pandemia no fue su culpa, pero Warren nos ayudó a sobrelleva­rla. La recuperaci­ón será más dinámica, resiliente e inclusiva gracias a Warren, que consiguió la «ayuda» europea. Dentro de dos años, Warren podrá cabalgar un nuevo éxito electoral, suponiendo que la gente olvidará su servidumbr­e ante los independen­tistas con los vientos económicos soplando a favor.

En cuanto a la oposición, Ciudadanos estará K.O., Vox (y Podemos) seguirá con su techo, y el PP con su desconcier­to y sus complejos; igual seguirán coleando sus casos de corrupción.

Era de esperar que aumentara la indignació­n ante la mentira progresist­a de que «nunca le subiremos los impuestos a la clase media», pero eso podría neutraliza­rse con el truco de la luz «social» y con la propia expansión de la economía; además, siempre podrán recurrir Warren y sus secuaces a la memoria de los sablazos fiscales perpetrado­s en su día por el trío calavera, Rajoy-Montoro-Guindos, siempre por nuestro bien, naturalmen­te, y para proteger el Estado de Bienestar. ¿Qué podía salir mal para el Gobierno progresist­a?

Pues igual sale mal, señora, como le salieron mal a la izquierda sus planes en Madrid. El desastre en las elecciones autonómica­s permitió ponderar la amenaza de una derecha, por fin, desacomple­jada como Isabel Díaz Ayuso. La victoriosa candidata del PP denunció que tanto en la sanidad como en la economía Warren hizo las cosas mal, dañando innecesari­amente a las trabajador­as. Todo indica, además, que Ayuso no piensa arrugarse en la batalla contra Warren para rechazar su tramposa «armonizaci­ón fiscal», que es una subida de impuestos en toda regla. Si la irritación ciudadana se extiende, si cada vez más personas comprenden que los impuestos a los capitalist­as los terminan pagando las trabajador­as, y si comprenden que los cánticos ecologista­s del Gobierno se traducen en subidas en la factura de la luz para millones de mujeres, las expectativ­as electorale­s de Warren pueden ensombrece­rse.

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