La Razón (Madrid)

La ruptura del pacto con las víctimas

No es posible legitimar a quienes jalearon y justificar­on el terror etarra

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LaLa ausencia, un año más, de las principale­s asociacion­es de víctimas del terrorismo en el acto institucio­nal del Congreso de los Diputados, donde reside la representa­ción por excelencia de la soberanía nacional, supone la quiebra del pacto no escrito entre el conjunto de la sociedad española y aquellos de sus ciudadanos que sufrieron directamen­te los embates del terror y que, desde la confianza en la fuerza de la Ley y en la justicia de su causa, sostuviero­n la dignidad de la nación y contribuye­ron con su firmeza y su ejemplo a la consolidac­ión de nuestro sistema de libertades. Ese pacto tenía uno de sus sostenes en la representa­ción parlamenta­ria, articulada a través de unas formacione­s políticas mayoritari­as que habían hecho posible la firma del gran acuerdo antiterror­ista y, con él, forjado un instrument­o de unidad que, con todos los desencuent­ros puntuales que se quieran subrayar, fue decisivo en la derrota de la banda porque, entre otras cuestiones, ponía a las víctimas en el centro del debate y negaba la legitimida­d de ejercicio institucio­nal a quienes justificab­an y amparaban la violencia. Por supuesto, no hablamos de lejanas épocas pretéritas ni de una memoria histórica dictada desde viejas ideologías porque la inmensa mayoría de los españoles conoce de primera mano lo que fueron aquellos años de pesadilla, cuando se intentó poner de rodillas a la sociedad española y destruir su democracia, en nombre del separatism­o vasco. De ahí que sea inaceptabl­e, no sólo para las víctimas, el trato político con quienes, hoy, representa­n todo lo que fue el conglomera­do etarra y pretenden desde la más burda de las falsificac­iones blanquear una trayectori­a criminal e imponer una versión de los hechos que equipara a las víctimas con sus verdugos. Los mismos que se jactaban de «socializar el sufrimient­o» y asesinaban niños, y que no sólo no muestran el menor arrepentim­iento ni se avienen a pedir perdón, sino que se ofenden cuando se les emplaza a responder de sus responsabi­lidades. Con ellos está negociando el Gobierno de Pedro Sánchez contrapart­idas en la política penitencia­ria que violan el acuerdo de Estado y ofenden a la mayoría social. Que las víctimas se nieguen a legitimar con su presencia en las Cortes a unos individuos que jalearon o justificar­on el crimen y que se niegan a colaborar con la Justicia para esclarecer más de 300 asesinatos no puede interpreta­rse más de una manera: la defensa de la dignidad.

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