En defensa del Líbano
El Papa Francisco ha convocado para el próximo jueves 1 de julio en el Vaticano a los principales responsables de las comunidades cristianas presentes en Líbano. Lo anunció él mismo el domingo 30 de mayo después del rezo del Ángelus: «Me reuniré con ellos en una jornada de reflexión sobre la preocupante situación del país y para rezar juntos por el don de la paz y la estabilidad».
El Líbano es un auténtico mosaico de confesiones cristianas, católicas y ortodoxas, que convive pacíficamente con los musulmanes en el país de los cedros. En Beirut residen los patriarcas maronita Bechara Rai, siro Yussuf III Younan, armenio Pierre XX Ghabroyan y el greco-melquita Joseph Absi, los cuatro católicos que ya han confirmado su asistencia. También lo han hecho el primado siro-ortodoxo Ignace Efrén II, el «catholicos» armenio Aram I y el vicario apostólico latino Cesar Essayan. La lista no es aún definitiva.
La preocupación de Bergoglio por el Líbano es constante. En la audiencia del 2 de septiembre del 2020 (un mes después de la explosión que destruyó el puerto de Beirut, mató a 200 personas e hirió a otras siete mil) repitió el llamamiento ya hecho por Wojtyla en el 1989: «El Líbano no puede ser abandonado a su soledad» y recordó también las palabras de su predecesor: «Ese país representa algo más que un Estado; es un mensaje de libertad, un ejemplo de pluralismo tanto para Oriente como para Occidente». Dos días después el Secretario de Estado Cardenal Parolin insistía en la capital libanesa: «El Líbano no está solo».
Después de recibir privadamente el 22 de abril al primer ministro designado Saad Hariri Francisco confirmó su deseo de visitar el país mediooriental en cuanto sea posible, es decir, cuando se constituya un gobierno estable.