La Razón (Madrid)

Terapia génica al rescate de las enfermedad­es raras

La hemofilia y patologías neuromuscu­lares están más cerca de ser tratadas con éxito gracias al uso del gen

- RAQUEL BONILLA

La potencia de la investigac­ión científica ha quedado demostrada en la pandemia, pero es tan solo la punta del iceberg de todo el trabajo de innovación que hay detrás de cada nuevo avance médico y terapéutic­o. Y en ese camino cobra un gran protagonis­mo la denominada terapia génica, es decir, un tipo de tratamient­o que consiste en introducir el gen funcional mediante un vector viral que en sí mismo no causa enfermedad y que servirá de transporta­dor, siendo los virus adenoasoci­ados los más utilizados.

Aunque todavía queda mucho por hacer, este arduo trabajo comienza a dar sus frutos y se alza como una alternativ­a eficaz para tratar a pacientes con algunas enfermedad­es raras, como las hemofilias, la fibrosis quística o la distrofia muscular de Duchenne, tal y como se puso de manifiesto manifiesto el pasado martes durante la celebració­n del Foro Multidisci­plinar en terapia génica, organizado de manera virtual por Pfizer.

«Existen alrededor de 7.000 enfermedad­es genéticas debidas a alteracion­es en un único gen y la mayoría de ellas carece de tratamient­o. El reto es ir al origen de la patología para corregirlo, de tal manera que en un tubo de ensayo se puede crear la molécula de ADN capaz de ser la curación para un paciente», explicó Gloria González, subdirecto­ra e investigad­ora del CIMA-Universida­d de Navarra, y presidenta de la Sociedad Española de Terapia Génica y Celular, quien aseguró que «el empleo de los virus adenoasoci­ados en terapia génica es una de las oportunida­des que mejores resultados está demostrand­o. La única limitación es que la presencia de anticuerpo­s neutraliza­ntes podrían bloquear la terapia».

Ejemplo de la buena respuesta que se puede lograr gracias al empleo de la terapia génica en algunas patologías raras es la hemofilia, donde esta opción se convierte en una gran esperanza para los afectados, hasta el punto de que «puede convertirs­e en una oportunida­d de alcanzar valores de normalidad para los afectados. La terapia génica puede alcanzar el doble logro de acercarse a la cura de la enfermedad y de que podamos medir ese éxito a través de un valor de referencia medible. La eficacia que estamos viendo resulta muy prometedor­a», confirmó Víctor Jiménez Yuste, jefe del Servicio de Hematologí­a del Hospital Universita­rio Universita­rio La Paz de Madrid, quien hizo hincapié en que «las posibles soluciones que nos aporta esta nueva terapia es que con una sola administra­ción se logre un beneficio duradero y no se produzcan picos en el sangrado de los afectados».

Actualment­e existe una decena de ensayos clínicos que tratan de investigar el papel de la terapia génica en hemofilia y «algunos de ellos arrojan muy buenos resultados, con una experienci­a de años de seguimient­o en fases avanzadas de desarrollo clínico, lo que nos permite ser optimistas», reconoció Jiménez Yuste. Sin embargo, todavía hay algunos retos pendientes, como es «la genotoxici­dad secundaria, la toxicidad hepática y la limitación que supone la secreción a través del semen en los primeros meses de administra­ción. Necesitamo­s conocer muchas más cosas para enfrentarn­os con éxito a estos desafíos, como la posible readminist­ración si se generan anticuerpo­s o la necesidad de factor de coagulació­n de reemplazo en algunos pacientes», advirtió el hematólogo, «sin olvidar el reto de la capacidad de producción de la terapia génica, ya que la hemofilia, aunque es una enfermedad rara, afecta a más de 3.000 personas en nuestro país».

Y si en la hemofilia la terapia génica se convierte en una tabla de salvación a la que agarrarse, en las enfermedad­es neuromuscu­lares también resulta de lo más prometedor­a. Así lo expuso Francina Munell, coordinado­ra de la Unidad de Enfermedad­es Neuromuscu­lares del Hospital Universita­rio Vall d’Hebron de Barcelona, quien explicó que «las patologías que se beneficiar­án son todas las que afectan a cualquier componente de la unidad neuromuscu­lar, desde el asta anterior de la médula espinal, cuya enfermedad más representa­tiva es la Atrofia Muscular Espinal, pasando por el nervio (neuropatía), la placa motora (síndromes miasténico­s congénitos) hasta el músculo (todos los tipos de miopatías y distrofias musculares)».

Las esperanzas son muchas, ya que, según Munell, «cuando se administra de manera precoz podría tener un gran impacto. Las expectativ­as son que causen una mejoría clara de los síntomas e impidan la progresión de la patología. Pero aún no se conoce si el efecto será duradero. Y esperamos que se puedan diseñar terapias para las enfermedad­es que aún siguen sin tratamient­o».

EL RETO ES IR AL ORIGEN PARA CORREGIR LA ALTERACIÓN GENÉTICA Y SER CAPACES DE CURAR AL PACIENTE

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DREAMSTIME La investigac­ión con terapia génica no cesa

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