La Razón (Madrid)

«Soy muy creyente, Dios no quiere verme sufrir»

Martha Liria Sepúlveda, enferma de ELA, iba a recibir la eutanasia en Colombia sin tener una dolencia considerad­a «terminal», pero un comité detuvo la ejecución de la misma

- Javier Villaverde

«Mi madre seguirá luchando por morir con dignidad», declaró Fernando Redondo, el hijo de Martha

LaLa vitalidad, las sonrisas y la fe de Martha Liria Sepúlveda pocos días antes de morir ha provocado que el caso de esta colombiana de 51 años, que sufre esclerosis lateral amiotrófic­a (ELA) desde 2018, sea el centro de un intenso debate sobre la eutanasia en Colombia. Antes de la inesperada cancelació­n, se mostraba «agradecida» por ser la primera persona en Colombia en recibir la eutanasia sin padecer una enfermedad terminal: «Soy afortunada. Estoy totalmente tranquila. Soy una persona católica. Me considero muy creyente de Dios. Pero no creo que Dios quiera verme sufrir. Ni a mí ni a nadie. Creo en un Dios que no quiere verme así», comentaba en un reportaje televisivo de Noticias Caracol el 3 de octubre mientras almorzaba almorzaba con una cerveza en Medellín. El Instituto Colombiano del Dolor (Incodol) ha justificad­o su inesperado cambio de criterio en que la paciente no cumple con los criterios de «terminalid­ad», que fija que la esperanza de vida para la persona que solicita la eutanasia debe ser inferior a 60 días.

«Desesperan­za y tristeza». Así describió el estado de Martha Sepúlveda su hijo, Federico Redondo, en una entrevista a radio Caracol después de que Comité Interdisci­plinario para el Derecho a Morir con Dignidad de Incodol cancelase su adiós, previsto para este domingo 10 de octubre a las 7:00 de la mañana: «A priori, necesito a mi mama y la quiero en cualquier condición. Pero soy consciente de que, en sus palabras, ya no vive: sobrevive. Estoy Estoy enfocado en hacerla feliz y que lo que le queda de su estancia en la Tierra sea un poco más amena. Mi madre seguirá luchando por morir con dignidad», comenta este estudiante de derecho. Sepúlveda no puede caminar desde que los estragos de esta enfermedad degenerati­va se incrementa­ron a finales del año pasado. El comité ha considerad­o que la esperanza de vida de Martha es mayor a 60 días debido a la fase de desarrollo de esta enfermedad degenerati­va. Sin embargo, el paso del tiempo es uno de sus mayores temores.

Cuanto más tiempo transcurra, el dolor y los problemas de movilidad serán mayores. Sepúlveda había decidido fijar la fecha de su adiós el 31 de octubre. Finalmente, pensó que se había dado demasiado margen teniendo en cuenta el aumento de los dolores y la pérdida de movilidad provocada por el ELA. Sus once hermanos, aunque con dolor, le apoyan plenamente en su decisión. Colombia fue el primer país de América Latina en despenaliz­ar la eutanasia en 1997. El reglamento para garantizar la práctica de este derecho se aprobó en 2015. La Corte Constituci­onal anuló el pasado mes de julio el requisito de que la persona debe padecer una enfermedad terminal abriendo este derecho derecho a quienes sufran una patología sin cura que les provoque «un intenso sufrimient­o físico o psíquico». La polémica cancelació­n se ha producido después de una carta de la Iglesia colombiana, hecha pública a mediados de la semana pasada, en la que pedían a Sepúlveda «reflexiona­r con serenidad su decisión». Pese a sus problemas crecientes de movilidad y los intensos dolores, Sepúlveda se mostraba activa, sonriente y derrochand­o vitalidad a través de su melena rubia: « La idea de morir el domingo me da tranquilid­ad porque sufro ELA y lo mejor que me puede pasar es descansar». Martha contesta a quiénes le critican por no luchar más: «Cobarde seré, pero no quiero sufrir más. ¿Luchar? Lucho por descansar más bien».

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Sepúlveda, enferma de ELA, tiene una superviven­cia mayor a 60 días, por lo que no se le considera «terminal»

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