Antonio Arias, la canción del astronauta
NoNo es oportunismo ni casualidad. Antonio Arias (Lagartija Nick) ha publicado ya tres discos de su serie Multiversos, en los que mezcla la alquimia atávica de la música con la frialdad positiva de la ciencia. Con su cuarta entrega, «Hola, Tierra», publicado con el apoyo del CSIC, el Instituto Cervantes y el Instituto de Astrofísica de Andalucía, Arias ya no buscaba darle voz a los grandes astrofísicos ni a sus grandes divulgadores, sino a una imagen más pop de la investigación: el hombre en el espacio a bordo de un pedazo de chatarra. Para esta entrega, el músico de Lagartija Nick ha puesto música a los poemas de Alfred Worden, astronauta de la NASA, miembro del Apollo XV, y uno de los exploradores con el destino más turbulento. «Fue expulsado de la NASA y elegido como cabeza de turco por llevar unos objetos al espacio, unas postales, y matasellarlas allí», algo que hacían todos los astronautas para ganar dinero y que no estaba prohibido, pero la agencia espacial la tomó con Worden. «Le expulsaron y luego tuvo que defender y recuperar su honor. En el fondo, estas personas eran tratadas como héroes, pero al mismo tiempo regresaban a la Tierra como alienígenas y les paseaban con honores. Pero el trato que recibían era despiadado. Es una historia muy pop», celebra Arias. El músico llegó a tener contacto con Worden, al que solicitó los derechos de adaptación a canciones en español. «Nos intercambiamos correos, y me consta que le gustó alguna de las maquetas. Pero él falleció en marzo de 2020 y la familia, que sabía de mi interés, se mostró dispuesta», cuenta. Lo que más le fascinó de su obra fue «que Worden no estaba loco. Yo esperaba la escritura de un lunático, porque salían astronautas y volvían un poco tocados. Y lo primero que sentí es que era el reflejo de su época. Sus poemas te hacen entrar en su cabeza, percibir los ‘‘flashes’’ de luz en la órbita, esa velocidad que es solo numérica, ni siquiera se siente real. Son muchas impresiones que te dan una imagen mucho más certera de todo el proceso. Y en los poemas finales ya cuenta sus dramas con la NASA», comenta el autor de «De la soleá de la ciencia a la física de la inmortalidad». Arias se confiesa fanático de Phillip K. Dick y de los escritores españoles y rusos de ciencia ficción y atraído por una idea: «El hombre está siembre buscando, siempre sale a mirar otras galaxias. Pero, cada vez que lo hacemos, volvemos la vista atrás. No podemos dejar de mirar a la Tierra. Es un imán». En este caso, más que de grandes teorías, la idea más poderosa de todas era nada más que «la perspectiva del hombre mirando al cielo, pero sin metáforas. Realmente».