La Razón (Madrid)

Candela Peña, ¿hay por ahí algún papel para mí?

Diario de un viejo que le grita al televisor

- Jesús Amilibia

«Menos brilli-brilli, y menos masajear vanidades»

Sin entrar en otros rasgos que desconozco, Candela Peña parece mujer brava que no desaprovec­ha ocasión para largar su verdad y pedir trabajo. Le vale toda aparición pública y no da jabón ni en una entrega de premios a la hora de dar las gracias. Le han dado el Platino y lo ha recogido diciendo que de los premios no se come; alimentan los egos, sí, pero no ayudan a llenar la nevera. Sus tres Goyas no empujan el carrito del súper. Así que ella, la muy Candela, ha pedido curro sin que se le caigan anillos ni pendientes, o sea, ¿hay por ahí algún papel para mí? Cada vez que su teléfono deja de sonar, manda ese mensaje subliminal: menos brillibril­li, menos alfombras rojas, menos masajear vanidades y más curro, que hay que pegar el recibo de la luz. Yolanda Díaz quiere levantar una plataforma pasando otra vez al PSOE por la izquierda, esto es, un Podemos recauchuta­do, un manojo de entusiasta­s voluntades progresist­as sin ideología precocinad­a o recalentad­a, ha dicho. O sea, sin pasar por MasterChef. Debería contar la vicepresid­enta con el fuego de esta candela que nunca se extingue, muy necesaria para sumar a esa plataforma el mundo de los actores parados desde la Secretaría «Qué hay de lo mío», de urgente creación y que podría ocupar Candela. Tengo leído o escuchado que cuando murió su padre, la actriz le llenó el ataúd de birras, lo perfumó con Varón Dandy y se gastó una pasta gansa en maquillarl­o para dejarlo como Brad Pitt. ¿Quién no quiere una hija así? Solo le faltó añadir unos porros. Así, en el caso de resucitar, al menos seríamos unos zombis colocados.

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