Aumentan los casos de trastornos de la conducta alimentaria
► Adolescentes y jóvenes son los más afectados. Los ingresos en unidades hospitalarias se elevan cerca de un 20%
LasLas cifras de aumento de casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) siguen una progresión peligrosa en España. Según diversos estudios, los TCA aumentaron en nuestro país un 264,4% durante el confinamiento estricto, y un 826,3% en las primeras salidas tras el «encierro». Los más afectados han sido los adolescentes y jóvenes, sin duda alguna. Además, el aumento de hábitos alimentarios pobres y ganancia de peso como efecto derivado del confinamiento persiste hoy en día, arrastrando consecuencias perjudiciales, especialmente para los colectivos más vulnerables.
Desde los profesionales de Atención Primaria hasta las especialidades a nivel hospitalario, como son los pediatras y endocrinos, así como nutricionistas, han visto un aumento en sus consultas de pacientes con exceso de peso, en la mayoría de los casos asociado a otras enfermedades, bien cardiometabólicas –como diabetes, hipertensión, hígado graso, elevación del colesterol o triglicéridos–, bien psicoemocionales –como ansiedad o depresión– en un gran número de casos, si no ambas.
Por otro lado, pero en la misma línea, los ingresos hospitalarios derivados de trastornos relacionados con la salud mental en población infantojuvenil se han incrementado en un 30%, y un 20% los relacionadas con TCA. Además, se estima que las autolesiones han aumentado un 10%.
Los TCA son trastornos mentales que se caracterizan por el desarrollo de un comportamiento patológico respecto a la ingesta alimentaria y que conlleva una obsesión por el control del peso. «El aislamiento físico y social al que nos hemos visto sometidos supone un factor de riesgo para la obesidad y trastornos del estado de ánimo, como ansiedad o depresión. La población infantil y adolescente es especialmente vulnerable a la ausencia de contacto social, puesto que la interacción con otras personas es necesaria para su desarrollo emocional y neurológico. La pérdida del tejido social, vecinal y de cercanía ha contribuido a la creación de un ambiente que llamamos obesogénico, ya que potencia potencia factores de riesgo para la obesidad y el sobrepeso», explica Amanda Fernández, pediatra del equipo del OOI (Overweigh Anderson Obesity Institute, por sus siglas en inglés). «Numerosos estudios nacionales e internacionales han analizado el impacto del confinamiento y la pandemia, identificando distintos factores contribuyentes a la ganancia ponderal de los individuos», añade.
En relación a los hábitos de alimentación, la experta destaca especialmente el aumento en el consumo de alimentos con alta densidad calórica y bajo aporte nutricional como los ultraprocesados, grasas de baja calidad y azúcares refinados. También influye la disminución en el consumo de productos frescos, especialmente frutas, verduras y pescado. El picoteo de snacks, especialmente después de cenar, también se ha vinculado con la ganancia excesiva de peso.
Factores psicológicos
«El siguiente grupo son los llamados factores psicológicos –en especial la baja calidad del sueño– con disminución de la secreción de hormonas que ayudan a mantener mantener el peso, y los altos niveles de estrés, ansiedad y síntomas depresivos como tristeza o abulia. Finalmente, el tercer grupo de condicionantes incluyen la inactividad física, con disminución del ejercicio físico y limitación en las actividades al aire libre y en gimnasios», explica la especialista. Todos estos factores se han visto reforzados, además, por el exceso de horas de pantalla –TV, móvil, ordenador, tablet–, llegando a superar las seis al día en adolescentes.
Otra cuestión importante es que el aumento de peso, aunque se ha producido «de forma predominante» en personas que ya tenían sobrepeso u obesidad, ha afectado también a gente con normopeso, lo que ha provocado que gente que no tenían inicialmente riesgo cardio metabólico haya empezado a tenerlo.
Cifras récord
Mientras que está perfectamente claro y delimitado qué es lo que ha propiciado que estemos afrontando actualmente unas cifras de sobrepeso y obesidad infanto-juvenil de un 14,2%, una de las más altas de Europa, de lo que se habla menos es de cómo se pueden revertir esos datos. «Es indudable que nos encontramos en un momento histórico convulso, con repercusión en todos los ámbitos de nuestra vida diaria y donde la urgencia de las consultas, masificadas, con escasos recursos y falta de tiempo, pueden hacernos co
rrer el riesgo de infravalorar estos trastornos», detalla Fernández.
En este contexto, la educación parace ser la clave para prevenir que se desarrollen estas patologías en la edad adulta «La educación del paciente y su familia, desde su etapa pediátrica y continuando en la adolescencia, en lo que se refiere a obesidad y sobrepeso es esancial, puesto que la gran mayoría de los adolescentes con exceso de peso continuarán con esta tendencia en la edad adulta, sumando enfermedades derivadas de la obesidad, crónicas en la mayoría de las ocasiones –como diabetes, hipertensión, hígado graso, apnea del sueño, depresión, problemas articulares, entre otros – y recogiendo una gran parte del gasto sanitario total», destaca.
Educación en los colegios
Pero lo que se ve en las consultas es solo la punta del iceberg, dado que hay un gran grupo de población que no tiene acceso a los recursos de salud mental . En ellos, la presencia de TCA está infravalorada. «La educación para la salud, que engloba estrategias de prevención de enfermedades, debería realizarse en todos los colegios e institutos, acercando a las familias modelos de alimentación y estilo de vida saludable. Para ello es neria cesario la continua formación y actualización de los profesionales de la salud», detalla la experta.
Según la Asociación catalana contra la Anorexia y la Bulimia, la mitad de las alumnas de secundaquiere secundaquiere adelgazar y el 41% lo ha intentado sin control médico.
Las cifras que manejan reflejan que habría que revisar los datos epidemiológicos que, en 2020, indicaban que 1 de cada 20 adolescentes sufre un TCA. «Hemos pasado de las 2000 atenciones de los últimos años a las 5000 de 2020 y de 2021», señala Sara Bujalance, directora de la entidad.
Es en la infancia y en la adolescencia donde se producen más cambios y se instalan los hábitos fundamentales, por ello los especialistas especialistas creen además que hay que concienciar mucho más en estas etapas.
«Resulta más efectivo organizar un plan general de modificación de hábitos de estilo de vida a la hora de orientar a los adolescentes que un abordaje unicamente nutricional, dado que este último . La recomendación de realizar actividad física diaria, enseñar técnicas culinarias saludables y que el agua sea la principal opción como bebida suponen la base esencial de estas recomendaciones », concreta Fernández.
Ingesta de alimentos
«En cuanto a la ingesta de alimentos, lo ideal es ajustar el consumo de energía al gasto metabólico del paciente, así como a la actividad física que realice. Repartir el aporte total de nutrientes en varias ingestas a lo largo del día, priorizar cereales integrales –que tardan mayor tiempo en absorberse por el organismo–, fomentar el consumo diario de fruta y verdura, así como limitar el consumo de carnes rojas o derivados cárnicos como embutidos o salchichas, bollería industrial, snacks, refrescos, zumos y derivados lácteos», añade.
Un 41% de las alumnas de secundaria ha intentado adelgazar sin control médico