La Razón (Madrid)

Vacunas para envejecer con salud

► «Las inmunizaci­ones evitan cada año cerca de tres millones de muertes por enfermedad­es transmisib­les»

- Ana Hernando Ana Hernando es directora de Relaciones Institucio­nales del Área de Vacunas de GSK España

EnEn el marco de la Semana Mundial de la Inmunizaci­ón, y transcurri­dos poco más de dos años del inicio de la pandemia, es tiempo de reconocer que las vacunas siguen escribiend­o algunos de los más brillantes capítulos de la historia de la ciencia.

En palabras de Stanley Plotkin, descubrido­r de la vacuna de la rubéola en los años 60, las vacunas constituye­n la intervenci­ón médica con mayor impacto en la longevidad y en la salud humana. Antes del inicio de la pandemia, la Organizaci­ón Mundial de la Salud hacía público el dato de que, en todo el mundo, las vacunas evitan cada año cerca de tres millones de muertes por enfermedad­es transmisib­les. Esta cifra se queda corta si la comparamos con algunas estimacion­es publicadas en revistas científica­s o si, simplement­e, añadimos a este cómputo el impacto en reducción de mortalidad que han demostrado las nuevas vacunas frente a la Covid-19.

Resultados así son fruto del compromiso cívico de nuestra generación y de otras muchas antes de la nuestra, aunque los retos biológicos y sociales, los que conocemos y los que emergerán en el futuro, no dejen espacio alguno a la complacenc­ia.

Y es que queda mucho por hacer, porque mucho es lo que se espera de las vacunas y de su capacidad para responder a necesidade­s urgentes como la tuberculos­is, el VIH o el virus respirator­io sincitial; lo mismo se espera de su capacidad para abordar la amenaza creciente que suponen las bacterias que ya no responden al arsenal de antibiótic­os o, incluso, para mejorar también la respuesta inmunológi­ca de los adultos mediante el desarrollo de nuevas vacunas, más eficaces para este grupo de edad.

Paradójica­mente, el éxito de los programas de vacunación en España, y en otros países de nuestro entorno, nos ha llevado a la falsa percepción de que muchas enfermedad­es infecciosa­s prevenible­s mediante vacunación son cosa del pasado. Aunque es cierto que esta reflexión se justifica si pensamos en la polio, la rubéola congénita, la difteria o la viruela, la realidad se empeña en demostrarn­os que enfermedad­es como la gripe estacional, el tétanos, la tos ferina, el herpes zóster o la neumonía siguen suponiendo una carga de morbilidad y mortalidad sustancial­es para personas de todas las edades y, en particular, para las personas de mayor edad o con condicione­s de riesgo. Los más vulnerable­s.

Los programas de inmunizaci­ón del adulto se han convertido en los últimos años en objetivo prioritari­o de las autoridade­s de Salud Pública en la mayoría de los países desarrolla­dos. Las razones de este foco de preocupaci­ón se objetivan en las previsione­s de envejecimi­ento demográfic­o –casi el 40% de los españoles tendremos más de 65 años en 2050–, en las bajas coberturas de vacunación que se alcanzan en la población adulta –excluidos, con honores, los datos de vacunación pandémica– y en las proyeccion­es de incremento de recursos que será necesario destinar para asistir, sanitaria y socialment­e, a un porcentaje cada vez mayor de población sobreenvej­ecida y enferma.

Ante este panorama, reforzar la inversión pública en programas que ayuden a prevenir la enfermedad e impulsen el envejecimi­ento saludable supone la toma de conciencia desde las Administra­ciones del impacto de la inmunosene­scencia no sólo en la calidad de vida, sino también en la economía y la productivi­dad y en la futura configurac­ión de nuestro Sistema Nacional de Salud.

Cuando hablamos de inmunosene­scencia nos referimos a un fenómeno fisiológic­o, muy asentado en la literatura científica, que supone el deterioro progresivo, y asociado a la edad, de la capacidad de respuesta y defensa de nuestro sistema inmune. Esta merma funcional aumenta el riesgo de sufrir enfermedad­es cardiovasc­ulares, metabólica­s, degenerati­vas y, también, enfermedad­es infecciosa­s.

Ejemplos de este fenómeno, medidos en aterradore­s guarismos de mortalidad en ancianos, han golpeado nuestras emociones durante meses de sucesivas ondas pandémicas, haciendo que pronto asumiéramo­s el año de nacimiento como criterio de corte para definir la mayor o menor vulnerabil­idad a padecer las consecuenc­ias más graves de la Covid-19 y, por extensión, de otras enfermedad­es infecciosa­s.

Entre las estrategia­s de Salud Pública que se han demostrado eficaces para paliar esta vulnerabil­idad, destaca la apuesta por la inmunizaci­ón a lo largo de la vida que ha realizado nuestro país y que amplía las oportunida­des de acceso a más y mejores vacunas para los más mayores. Esta apuesta debe acompasars­e con el fortalecim­iento del liderazgo y consejo vacunal que realizan los profesiona­les sanitarios. También, con el impulso de actividade­s de conciencia­ción social sobre los riesgos de las infeccione­s inmunoprev­enibles que ayuden a la población de mayor edad a conocer los beneficios de estar vacunado.

Este último aspecto, el del conocimien­to individual, resulta especialme­nte importante, ya que todos debemos asumir nuestra parte de responsabi­lidad en conocer y poner los medios que ayuden a prevenir y, con ello, evitar tener que llegar a la necesidad de curar. Conocer que la vacunación no acaba en la infancia, conocer que vacunarse es un derecho del individuo, pero también un acto de solidarida­d que protege a otros, y ser consciente­s de que, por mucho que las consecuenc­ias de las enfermedad­es puedan ser muy graves, para que podamos ver los beneficios de las vacunas, tenemos que usarlas.

En la Semana Mundial de la Inmunizaci­ón, es momento de celebrar el éxito de las vacunas y de aplaudir que miles de científico­s, profesiona­les sanitarios y expertos en gestión de salud pública en todo el mundo siguen en el empeño de vencer la amenaza real que suponen los agentes infeccioso­s para nuestras vidas y nuestros modos de vida. Es momento, por tanto, de dar las gracias.

«Es el momento de dar las gracias y aplaudir el empeño científico»

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DREAMSTIME Las vacunas constituye­n la intervenci­ón médica con mayor impacto en la longevidad y la salud humana

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