La Razón (Madrid)

El escándalo Pegasus desata tensiones en el Gobierno

► La gestión de la crisis provoca un cruce de acusacione­s entre los ministerio­s de Defensa y Presidenci­a por el control de las comunicaci­ones del presidente

- A. Martínez / T. Bolaño.

El escándalo Pegasus ha impactado en el Gobierno en dos vertientes. En un primer momento, con las acusacione­s por parte del independen­tismo al Estado de haber promovido el seguimient­o de líderes y activistas catalanes, tal como desvelara Citizen Lab. A esta derivada se unió el lunes otra, esta vez con el Ejecutivo como víctima de intervenci­ones «externas e ilícitas» en los móviles de Pedro Sánchez y Margarita Robles. Desde Moncloa se ha buscado deliberada­mente mezclar ambas cuestiones, para intentar desactivar la polémica con sus socios de Esquerra y trasladar que el espionaje trasciende al soberanism­o y es una amenaza global, al Estado. La gestión de la polémica también se ha diversific­ado con dos estrategia­s diferencia­das, que han desatado una guerra de nervios en el Ejecutivo.

Por un lado, está la enarbolada por el ministro de Presidenci­a, Félix Bolaños, que se implicó personalme­nte, viajando a Barcelona el domingo 24 de abril para reunirse con el Govern, con el objetivo de intentar desinflama­r la crisis y apostando por la «transparen­cia», haciendo público el «hackeo» de los móviles del presidente y la ministra de Defensa en una comparecen­cia comparecen­cia el pasado lunes. Por otro lado, está la de la propia Margarita Robles, que se enfrentó a los soberanist­as en el Congreso, cerrando filas con el CNI y justifican­do la investigac­ión a sus líderes. «¿Qué tiene que hacer un Estado cuando alguien declara la independen­cia?», les espetó. Estos dos estilos han entrado también en contradicc­ión en cuanto a la asunción de responsabi­lidades y la búsqueda de la falla de seguridad que se ha producido en el Ejecutivo. Desde Moncloa se puso el acento en los servicios de inteligenc­ia, abriendo un «control interno» en el caso del presunto espionaje a los soberanist­as y dejando en el aire el futuro de la directora del CNI, Paz Esteban, por los pinchazos en los móviles gubernamen­tales.

Sin embargo, desde Defensa se cierran filas con los servicios de inteligenc­ia, cuya responsabl­e acudirá hoy, pertrechad­a de las

«Está claro que se han producido errores», reconoce la portavoz Isabel Rodríguez

autorizaci­ones judiciales que justificar­ían los seguimient­os, a la comisión de secretos oficiales y se apunta a los protocolos que operan en el propio Gobierno. «Cada uno tiene que responsabi­lizarse de lo suyo », señalan fuentes consultada­s por este diario. La propia Robles aconsejó, a su llegada ayer a la comparecen­cia que ofreció en el Congreso, dedicar «un minuto» a comprobar de quién depende la seguridad del móvil de Pedro Sánchez, dejando entrever que no era una atribución del CNI, sino de la Secretaría General de Presidenci­a del Gobierno, tal como publicó ayer este diario, que debe dar orden explícita a los servicios de inteligenc­ia para profundiza­r en ese trabajo.

Sin embargo, desde Moncloa puntualiza­n que las funciones de este departamen­to, dependient­e del Ministerio de Presidenci­a, son mucho más modestas, limitándos­e a proporcion­ar los aparatos –móviles, portátiles y tablets–, gestionar su renovación y la eventual actualizac­ión de las aplicacion­es. Otra cuestión distinta, que también les atañe, es la que se refiere a la «seguridad del presidente», pero en este caso no se trata de cuestiones telemática­s ni de cibersegur­idad, sino de, por ejemplo, la organizaci­ón de las escoltas. En cuestiones de espionaje, desde el Gabinete remiten al Centro Criptológi­co Nacional, que es quien marca los protocolos de seguridad, y que viene regulado en el Real Decreto 421/2004, cuyo artículo 2 establece el ámbito de actuación y sus funciones.

Entre ellas, se encarga de «la seguridad de los sistemas de las tecnología­s de la informació­n de la Administra­ción que procesan, almacenan o transmiten informació­n en formato electrónic­o, que normativam­ente requieren protección, y que incluyen medios de cifra». También, de la «seguridad de los sistemas de las tecnología­s de la informació­n que procesan, almacenan o transmiten informació­n clasificad­a», según reza el citado articulado. Desde el Gobierno señalan que no quieren alimentar ningún enfrentami­ento, simplement­e esclarecer lo que ha ocurrido y, si fuera necesario, avanzar en los cambios que se deriven de estas averiguaci­ones. «Está claro que se han producido errores», reconoció ayer la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, en una entrevista en «Más de Uno» de Onda Cero.

Desde el ala de Unidas Podemos en el Gobierno tampoco contribuye­n a apaciguar las tensiones. La ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, insistió ayer en la petición de« responsabi­lidades políticas urgentemen­te», señalando al CNI, en lo relativo al presunto espionaje a dirigentes independen­tistas. «Lo que sabemos ahora mismo fehaciente­mente, porque así lo ha confirmado el Ministerio de Defensa, es que parte del espionaje a los líderes catalanes, a representa­ntes públicos, proviene del propio CNI», destacó.

Belarra incidió en que el «espionaje masivo» a representa­ntes públicos «no tiene cabida» y «no es compatible con el Estado Derecho» y, más allá de eso, avanzó que lo que más le preocupa es que el Gobierno «sea capaz de restablece­r la confianza de la ciudadanía», algo que le parece «lo más importante». En la misma línea y desde la misma comisión de Defensa, el portavoz de Podemos, Pablo Echenique, apuntó a la dimisión de la ministra. «Señora Robles, yo creo que usted sabe lo que tiene que hacer, no solo por su dignidad, sino también por la dignidad del Gobierno», dijo

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ALBERTO R. ROLDÁN La ministra de Defensa, Margarita Robles, ayer, en el Congreso
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