La Razón (Madrid)

Rodrygo, el nombre de la felicidad

► El Madrid remontó sin Casemiro, Kroos y Modric en el campo, pero estaba Rodrygo, el jefe de la revolución

- Domingo García.

Probableme­nte no hay profesión mejor en el mundo que ser Joaquín Sabina encima de un escenario.O Serrat o Springstee­n o Perales. El que quieran. Una persona sola en el escenario con miles de personas entregadas observándo­lo desde abajo. Algo así debió de sentirse Rodrygo durante esos dos minutos de locura que llevaron al Real Madrid a jugar la prórroga cuando ya casi se sentía eliminado. Dos minutos inexplicab­les, como casi todo lo que ha sucedido en el Bernabéu en esta Copa de Europa, en los que Rodrygo se sintió inmortal.

Para él, y para otros como Camavinga o Asensio quedó la responsabi­lidad de llevar al Madrid a otra final cuando Ancelotti escenificó escenificó el cambio de guardia en la plantilla.

Durante años el madridismo ha recitado los nombres de Casemiro, Kroos y Modric como un mantra. Tres futbolista­s a los que rezar para sentirse seguros porque ellos eran su única certeza. Y los tres desapareci­eron cuando su equipo se jugaba llegar a la final de la Liga de Campeones y perdía 0-1. Primero se fue Kroos; después, Casemiro y Modric de la mano. Y en el campo quedaban esos futbolista­s a los que tanto ha costado que Ancelotti les diera confianza.

Y Rodrygo es su líder. Silencioso y trabajador, sin dar un ruido, se ha hecho imprescidi­ble en el Bernabéu a base de goles. Marcó dos el sábado ante el Espanyol para que su equipo fuera campeón de Liga y llegara con los deberes hechos a jugarse la Champions.

Ya había marcado otro contra el Chelsea para que el Madrid pudiera llegar hasta aquí, el que forzó la prórroga antes de que Benzema terminara el trabajo, como volvió a hacer ante el City.

Pero no sólo aporta goles. Ancelotti quería piernas nuevas para jugarse los minutos decisivos y el brasileño puso las suyas para robar balones en defensa y para correr al contraataq­ue. Y levantaba los brazos para animar al público a que le devolviera los ánimos cuando la prórroga ya estaba en marcha.

Durante esos minutos probableme­nte muchos madridista­s lo quisieran más que a sus primos y a sus tíos. Y algunos, más que a sus hermanos incluso. Porque Rodrygo era el nombre de la felicidad para ellos en esos momentos. El líder de la revolución que llevó al Madrid de nuevo a pelear por un título continenta­l. El líder de un grupo al que se unieron después Vallejo y Ceballos. Era impensable que el Madrid terminara jugando la semifinal sin Casemiro, Kroos, Modric, Militao, Vinicius y Benzema. Pero estaba Rodrygo. Y el Bernabéu volvió a gritar «Cómo no te voy a querer».

Durante esos minutos de éxtasis muchos madridista­s le quisieron más que a su familia

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AP Rodrygo celebra su primer gol

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