La sonrisa del canalla
«Red Rocket» es un magnífico estudio de personaje, que podría haber salido de la cabeza del Alexander Payne de «Entre copas» si a este le hubieran interesado alguna vez los marginados de América y hubiera decidido eliminar el arco de aprendizaje dramático de su guion. Mikey es un miserable, un canalla con camiseta imperio, un chulazo inconsistente, un buscavidas que miente más que habla, pero es definitivamente encantador, y no parece dispuesto a cambiar por mucho que el mundo le obligue. Es un Ulises que vuelve a casa, después de bregar su talento en la industria del porno, pero su Penélope y su inefable suegra le reciben con asco. La película está dedicada a él, y a su entorno, una jugosa caterva de secundarios, muchos de ellos actores no profesionales, que Baker observa con esa mezcla de cariño y estupefacción que le caracteriza, la misma que le despierta Simon Rex, un actor que se entrega a que simpaticemos con un vendemotos. Baker, que hace cine social y político sin aparentarlo, tiene una sensibilidad especial para retratar a la «white trash», subiéndole los colores a ese Texas quemado por el sol y a punto de ingresar en la era Trump. Después de todo, tal vez Mikey sea el antihéroe trumpiano por excelencia. Si te descuidas, puede convencerte de que la pandemia no existe a cambio de un donut y un polvo loco.
Lo mejor ►Descubrir el inmenso talento de Simon Rex, hasta ahora actor de tercera y DJ
Lo peor ►Que a Sean Baker se le va un poquito la mano con el metraje