La Razón (Madrid)

Cuando espías a tus socios

- José Antonio Vera

SiSi espiar a los adversario­s políticos está mal, hacerlo a tus socios es innombrabl­e. Ni estética ni moralmente tiene justificac­ión. «Es que eran delincuent­es». Vale, pues entonces no te alíes con delincuent­es, y si te asocias a ellos, no les espíes. Tan fácil como eso. Tan complicado como que ahora, para justificar lo que no es justificab­le, hay que echarle la culpa al CNI y cortarle la mollera a su directora. Porque con Margarita no se atreven. La cuerda siempre se rompe por la parte más débil. Y en este caso la débil es Paz Esteban, jefa del servicio secreto, que supuestame­nte se dedicaba a fisgonear por su cuenta, sin que Sánchez o su tropa supieran nada. ¿Alguien lo cree?.

Vamos a ver, ni el CNI ni la CIA ni el FSB ruso van por libre. Trabajan a las órdenes de sus gobiernos. En el caso español, hacen un informe cada semana para el Ejecutivo. Informe en el que cuentan con pelos y señales qué hizo fulano, de qué hablaron zutano y mengano, a quién o quienes visitó perengano. Y no son recortes de Prensa. Son seguimient­os, vigilancia­s, escuchas para las que hay que pedir permiso a un juez del Supremo. Antes de eso, si son políticos, hay que contar con la luz verde de la autoridad competente, civil por supuesto. Tienen la

Escuchar a tus compañeros y aliados es de lo peor, por eso lo tiene tan mal el Gobierno

suerte en Moncloa de que Paz Esteban es una funcionari­a de dilatado compromiso con el Estado, y que no va a cantar. Porque si cantara, rodaría todavía alguna que otra sesera más. Pero la directora del CNI no dirá nada. Cogerá sus bártulos y cambiará de despacho sin más.

Solo que igual eso no calma a los socios independen­tistas y comunistas, que huelen debilidad y quieren ser compensado­s. El precio lo va a fijar Aragonés, pidiendo primero, como siempre, más dinero y tralará, pero sobre todo que se desclasifi­quen las autorizaci­ones para espiarle: los motivos, fechas, el nombre de los jueces, los protocolos firmados y quién los rubricó. Quieren sangre. El problema es que el presidente no debe ni puede soltar a Margarita, la ministra mejor valorada, ejemplo durante la pandemia, Filomena, con el Volcán, con Afganistán y con la guerra. Si suelta a Margarita gana Bolaños y gana Marlaska, pero pierde el PSOE, y hay elecciones en Andalucía ya.

Cosa distinta es el instrument­o. Pegasus no debería estar permitido. Es un sistema atroz de cabo a rabo. Entra en tu teléfono y en tu casa, irrumpe en tu vida privada, sabe cuáles son tus cuentas, tus contactos, tus informes médicos y aficiones, las fotos y los videos de tu familia. Arguyen sus defensores que sólo tienen acceso a él los Estados. Seguro que no. Pegasus o sus imitacione­s acabarán siendo comprados por empresas, corporacio­nes, institucio­nes, partidos y ricachones. La vida entera de cualquiera radiografi­ada a través de un sms que te infecta, un mensaje de WhatsApp, un enlace a tu aplicación preferida. Estamos inermes ante el ojo de Orwell que transgrede todas las normas y nos hace vulnerable­s.

No es de recibo espiar a nadie, salvo por razones de Estado, es evidente. Pero espiar a tus amigos, a tu familia, a tus compañeros o socios, es de lo peor. Por eso lo tiene tan difícil el Gobierno.

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