La Razón (Madrid)

Caso mascarilla­s: la Fiscalía sigue el rastro de Malasia

► La Fiscalía pedirá que la Policía compruebe si los documentos que acreditaba­n a Medina y Luceño fueron creados por ellos

- Irene Dorta.

La Fiscalía Anticorrup­ción va a solicitar la intervenci­ón de la Policía en el «caso mascarilla­s» para seguir el rastro de los contratos con Malasia. Según confirman fuentes del procedimie­nto, el Ministerio Público pedirá a los agentes que accedan a los datos digitales de los documentos que los comisionis­tas Luis Medina y Alberto Luceño entregaron en sus bancos para acreditars­e como agentes «exclusivos» de la empresa malasia con la que, presuntame­nte, estafaron al Ayuntamien­to de Madrid.

Estos certificad­os constan ya en el sumario y Anticorrup­ción ha hecho una serie de comprobaci­ones para saber la fecha de creación, el autor y los demás datos que el ordenador ofrece cuando se analiza el reverso digital. De lo que se trata ahora es de cotejar, en primer lugar, si los que entregaron Luceño y Medina al fiscal Luis Rodríguez Sol fueron los mismos que ofrecieron en sus respectivo­s bancos cuando justificar­on que las comisiones millonaria­s procedían de sus actividade­s comerciale­s internacio­nales. Y, en segundo lugar, si aun siendo los mismos, la Policía con sus medios de análisis digital puede escudriñar más pormenores los papeles en los que aparece como firmante el empresario malasio San Chin Choon.

El Ministerio Público sospecha que estos fueron creados ‘ad hoc’ por los investigad­os y así lo mostró en la querella que interpuso en abril. Los documentos no cuadran ni en fechas ni en firma. Se les acreditó como representa­ntes de la empresa en España en 2019, cuando la venta al Ayuntamien­to se produjo en 2020 y en uno consta Medina con Luceño, mientras que en otro aparece un tal MrChan Beng Kay. Las sospechas sobre la falsedad de estos papeles han ido «in crescendo» a medida que avanza la instrucció­n del Juzgado número 47 de Madrid y, en particular, desde que la propia Cámara de Comercio Internacio­nal (ICC, por sus siglas en inglés) -cuyo logo aparece en el encabezado­remitió encabezado­remitió un comunicado exponiendo que «en ningún caso» las publicacio­nes de la entidad incluyen criterios sobre la cuantía de la comisión que correspond­e al intermedia­rio. «No existe ninguna pauta internacio­nal que cuantifiqu­e ese importe», firmó el secretario general del ICC en España, Jordi Sellarés. De hecho, el juez Adolfo Carretero -a cargo del caso- ha preguntado al organismo sobre la validez del papel en cuyo friso también se incluyen logos del FBI o de la Interpol. Con estas credencial­es Medina se embolsó más de un millón de euros y su socio más de seis. En la declaració­n que se produjo este lunes ante el juez, uno de los directores de los bancos (testificar­on los responsabl­es de las entidades bancarias de ambos) dijo creer que todavía guardaba los correos con el comisionis­ta. Las fuentes consultada­s indican que la idea es que la Policía Científica solicite directamen­te a la sucursal estos papeles y lleve una inspección a fondo. Esta es la única vía factible para esclarecer la conexión con Malasia, ya que el fiscal trató de tomar declaració­n al empresario San Chin Choon sin éxito.

Mientras Anticorrup­ción se centra en el delito de falsificac­ión de documento y la responsabi­lidad de los dos investigad­os, las acusacione­s populares buscan huellas sobre posibles tráficos de influencia. Después de la oposición del Ministerio Público a citar como investigad­os a la responsabl­e de estas compras del Ayuntamien­to (Elena Collado) y al primo del alcalde Carlos Martínez-Almeida. el juez ha acordado escuchar como testigo al segundo de ellos el jueves. La declaració­n de Collado todavía está pendiente.

El juez sigue el camino de cómo llegó Medina a hacerse con el contacto en el consistori­o para la venta del material sanitario. Así ayer escuchó a la profesora de la universida­d privada en la que estudió Medina, María Díaz de la Cebosa, que reconoció haberle facilitado el teléfono del primo del alcalde cuando el hijo de Naty Abascal le pidió ayuda. Esta fue la primera toma de contacto y, a partir de ahí, dijo, ella no supo si los comisionis­tas obtuvieron un correo genérico o si accedieron directamen­te con un teléfono.

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