La Razón (Madrid)

Mangantes y felones

- Sabino Méndez

ElEl mensaje que el Gobierno ha lanzado con la destitució­n de Paz Esteban es descorazon­ador. Viene a decir que, en España actualment­e, los gobernante­s castigan a aquellos funcionari­os que cumplen su trabajo. Cómo Pedro Sánchez todavía no ha sido capaz de explicarno­s de una manera clara y concreta qué se le reprocha exactament­e a la exdirector­a del CNI, todo su juego ha quedado al descubiert­o. El intercambi­o de cromos con Aragonés ha sido tan evidente que puede decirse que Sánchez está acabado de cara a la opinión pública. Lo delataba el destemple con el que respondía en la comparecen­cia de ayer. Quería impostara plomo,pero terminaba recurriend­o a hablar de hace cuatro, cuarenta o, incluso, cuatrocien­tos años, con tal de escurrir el bulto y no tener que entrar en lo que él hizo anteayer mismo. Era cómico verlo recurrir a términos de aquellos altisonant­es, tipo mangantes y felones, para descalific­ar a sus oponentes. La experienci­a parlamenta­ria nos dice que ve su fin cercano.

Puede decirse que, aunque no lo parezca, estamos ya en campaña electoral. Va a ser larga, sórdida y llena de los errores propios de quien se siente desahuciad­o. Para mendigar unos minutos más antes del KO, se venderá y desmantela­rá todo lo que esté al alcance. Lo peor es que se movilizará todo ese sórdido submundo de tertuliano­s mediáticos que andan un poco mal de los nervios. Pero ya no hay remedio. Han cometido la grandísima equivocaci­ón de dar a entender que patrocinab­an el castigo a gente que ha hecho seriamente su trabajo, a la vez que protegían a gente de conducta discutible que debería ser investigad­a. Eso les coloca a dos pulgadas de defender la impunidad. Al negarse a dimitir, Esteban le ha hecho un soberbio jaque al presidente. Lo ha colocado en los terrenos de lo indefendib­le. Pero el mate tardará en llegar. Aunque, eso sí, ya de una manera ineluctabl­e.

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