La Razón (Madrid)

Leer entre líneas Wahlberg, un cura con pegada

- Sergi SÁNCHEZ Carmen L. LOBO

En su ópera prima Panah Panahi ha reducido el cine iraní a dos de sus tropos visuales más conocidos –el coche y el paisaje– para facturar una «road movie» que juega a dosificar su informació­n y a cambiar de registro de un modo un tanto desconcert­ante. Bebiendo de las fuentes de su padre, Jafar Panahi, al aprovechar el limitado espacio del automóvil de un modo harto expresivo, y del maestro Kiarostami –explícito homenaje a «A través de los olivos»–, «Hit the Road» es una apología del acto de leer entre líneas, de lo que permanece entre los silencios y las palabras. Es fácil deducir que el viaje de esta familia de cuatro miembros, trufado de encuentros memorables, tiene que ver con la represión política, con un enemigo invisible que espía detrás de las desiertas colinas del cambiante paisaje iraní, pero, hasta el último momento, esa informació­n está siempre en puntos suspensivo­s, y tal vez se nota demasiado el esfuerzo porque lo esté, y el cálculo de Panahi le resta intensidad al drama que flota en el ambiente. Leo en internet que Mark Wahlberg tuvo que ganar unos nueves kilos durante la cinta dirigida por la debutante (se nota a ratos) Rosalind Ross para encarnar a Stuart, un tipo violento cuya carrera como boxeador se trastoca por una mala lesión que le deja fuera de juego. Y, la verdad, pocos me parecen, porque entre las primeras imágenes con el actor en el ring, que está francament­e impresiona­nte, y las últimas, o se quedaron cortos en la red o los efectos digitales también ayudaron lo suyo. Estamos frente a una historia real, esas de superación que entusiasma­n en Hollywood, la de Stu, que, tras perder a su hermano siendo muy niño y con unos padres separados y seriamente perdidos (ojo con Mel Gibson borracho en la caravana, está francament­e bien), decide marcharse a Los Ángeles para triunfar como actor porque los guantes ni pensarlo, aunque no ha dado ni media clase de interpreta­ción, nos tememos. Allí vuelve a sus peores hábitos, el alcohol, la mala leche, y mientras descubre que lo de la cámara está crudo, acepta un trabajo como carnicero en un supermerca­do al que llega todas las mañanas con la cara partida por las peleas entre copas. Hasta que conoce a la mexicana Carmen (Teresa Ruiz), una católica feliz y convencida, de la que se enamora de manera instantáne­a. Y Stu, ateo, peleón, un chico malo, decide asistir regularmen­te a la iglesia para que ella sienta lo mismo por él. Tras un brutal accidente de moto que casi le cuesta la vida, decide cambiar de rumbo y convertirs­e en sacerdote. Pero aquí no acaban las desgracias: el protagonis­ta descubre luego que padece una gravísima enfermedad muscular degenerati­va, por lo que las autoridade­s eclesiásti­cas le niegan tomar los hábitos por si tiene un accidente dando misa. Wahlberg se deja, y hablamos de forma literal, el pellejo y las carnes con este papel, pero al filme, y en este caso resulta aún más imperdonab­le, le falta alma, emoción. Quizá Stu merecía un biopic distinto o, con todos nuestros respetos, ninguno. Hablamos de cine, ¿eh?

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain