El frío principio del fin

Al final de «La conferencia», los cuervos presagian y graznan furiosos mientras vemos por última vez la imponente fachada de la mansión que está en Wannsee (Berlín), donde el 20 de enero de 1942 tenía lugar una reunión que en 90 minutos escasos costó la vida a millones de personas. Reinhard Heyndrich, máximo responsable de la Oficina Central de Seguridad del Reich, convocó a un grupo de altos cargos nazis para lograr su aprobación de la llamada «Solución final». Sin apasionamientos, apasionamientos, frío, como todos los presentes, expone con su mejor sonrisa la manera de acabar con los judíos a través «del método más organizado posible». Pero no solo quieren asesinar a los que aún viven en el país, ellos codician «depurar» toda Europa. El exterminio de una raza, la germanización del continente. «La pena o el arrepentimiento» no tienen cabida entre las decadentes paredes de la casa; bien al contrario, los militares, abogados y funcionarios toman coñac, beben café y hablan de estos hombres, mujeres y niños como un incordiante e infecto ganado. Al filme, sobrio, inteligente, no le hace falta más: a través de los amorales diálogos de estos personajes el espectador siente un intenso escalofrío, porque la Historia, si nadie lo remedia, está condenada a repetirse. Solo hace falta un demente sanguinario y sus ciegos acólitos.