Los jefes también lloran
En la pirámide invertida de la voracidad laboral, el neocapitalismo liberal siempre se cobra víctimas. Los cargos intermedios, que para unos son altas esferas y para otros peones con cuentas que cuadrar, sufren tanto como los obreros de a pie, pero con un millón de euros de patrimonio. En lo que parece el cierre de su trilogía sobre los efectos de la crisis en el mundo laboral, Stephane Brizé quiere demostrarnos que el concepto de «buen patrón» existe, ahora sin las ironías de León de Aranoa. He aquí, pues, a Vincent Lindon atrapado en el dilema moral de un ERE que no quiere ejecutar. Recibe presión desde abajo y desde arriba, y aplastado por un divorcio inminente, provocado por su adicción al